¿Soy una mujer tóxica?

por Revista Hechos&Crónicas

De un tiempo para acá, acá, cuando se utiliza el término “tóxica”, se habla de una mujer celosa, insegura y exagerada en el trato a su pareja. Los memes hacia este tipo de mujer están a la orden del día… y la verdad, son muy graciosos.

Preguntas como ¿Quién es esa tal “alarma” y por qué te llama a las 4:30 am? Nos llevan a visualizar a una mujer terriblemente insegura que además no entiende razones.  Nos ridiculizan, pero también exponen nuestras carencias. Y puede que muchas de nosotras no lleguemos a estos extremos, pero tal vez sí hemos llegado a preguntarnos si somos mujeres tóxicas.

Intentando dar algo de humor, pero llenándose de muchos estereotipos, el diario ‘El confidencial’ de España, definió los tipos de mujeres de las que los hombres debieran escapar. Estas fueron sus interpretaciones de mujeres tóxicas:

  • Las hacker.
  • Las dramas.
  • Las que ya tienen vestido de novia, solo se quieren casar.
  • Las que son más hombre que tú.
  • Las eco-vegetariana-feministas.
  • Las hijitas de mamá.

Con este humor tal vez de mal gusto, se dejan en evidencia los extremos que puede tomar una mujer cuando no ha entregado a Dios el control de su vida y se sumerge en sus propias inseguridades.

Podemos o no sentirnos identificadas con uno o varios de los estereotipos antes descritos, pero las mujeres somos mucho más que esto, pues como dice la psicóloga Jessica Piña, “los seres humanos no viven un solo aspecto de la realidad, y cada persona cumple múltiples roles en diversas áreas de la vida cotidiana, y en particular, las mujeres. Somos esposas, novias, madres, hijas, hermanas, trabajadoras, amigas, compañeras de trabajo, entre otros roles, y funcionamos en el trabajo, la casa, la familia, la pareja. Vivimos, como todos, en una multidimensionalidad de aspectos que confluyen en el desarrollo de la emocionalidad humana, igual que los hombres”.

Esto quiere decir que definir a una mujer como tóxica, únicamente por su forma de actuar frente a uno de sus roles es minimizar todo lo que significa como mujer y menospreciar sus demás actuaciones. Cuando una mujer actúa de forma “tóxica”, probablemente tiene un vacío por llenar y eso es lo primero que debemos tener en cuenta.

¿Tóxica yo?

Sin embargo, las mujeres a veces caemos en lo que popularmente se conoce como “toxicidad”, cuando no tenemos clara nuestra identidad en Cristo. No sabemos quiénes somos ni lo que debemos esperar de otros, porque algo está mal dentro de nosotras  mismas. Por eso nos vamos a los extremos y comienzan a catalogarnos como mujeres tóxicas. Hechos&Crónicas ha identificado varios de estos aspectos y cómo contrarrestarlos en Dios:

Querer controlarlo todo

De nuevo se manifiesta la raíz del temor. A veces no queremos que nuestros seres queridos se aparten de nuestros ojos porque sentimos que podemos protegerlos. Además, las mujeres somos dadas a planear, organizar todo y prever para organizar que todo salga lo mejor posible.

Sin embargo, termina por ser algo agotador y poco sano, pues es imposible de lograr, y, además, se roba toda nuestra energía. Sin importar cuánto nos esforcemos, el mundo no cabe en nuestras manos. Debemos ceder el control a Dios, pues sabemos que todas las cosas nos ayudan a bien (Romanos 8:28) y que sus planes siempre son de bienestar (Jeremías 29:11).

Desconfiar del otro

Es verdad que a veces las personas nos defraudan y perdemos nuestra capacidad de confiar en el otro, pero para que una relación (de cualquier índole: pareja, padres-hijos, amistad, jefe-trabajador, etc.), funcione, lo más importante es confiar. Pero no hacerlo ciegamente en las actuaciones del otro, pues por ser humano puede decepcionarnos, es más bien confiar en Dios y avanzar sin temor de que el otro nos lastime o se vaya. Es Dios quien guarda nuestros corazones. Ver Jeremías 17:5-8.

Inseguridad

Este es uno de los puntos clave cuando nos convertimos en mujeres “toxicas”. Necesitamos que otros nos den valor porque nosotras mismas no sabemos quiénes somos y, por ende, no nos valoramos. Esto ocurre sencillamente por desconocimiento, porque no sabemos cómo Dios nos ve, qué dice de nosotras y tampoco sabemos administrarnos.

Para contrarrestar la inseguridad en nuestras vidas, lo primero que debemos hacer es tener una relación personal con Dios. Buscarlo, aprender de Él y hablar con Él cada día. Así veremos el valor que Él nos otorga y en consecuencia podremos actuar. No tendremos puestos nuestros ojos en lo que no vale la pena, sino en el propósito que Dios nos ha dado.

Comienza por saber que eres hija de Dios (Gálatas 3:26), elegida (Efesios 1:4), perdonada (Efesios 2:4-5 y 1 Juan 1:9) y amada (Isaías 43:4) y deléitate en las palabras que Dios te entregará personalmente cuando lo busques de todo corazón.

Dependencia de otros

¿Qué puede llevarnos a poner nuestra felicidad en alguien más y no en Dios? A veces amamos demasiado, de una manera enfermiza, que por su puesto deja de ser amor y se convierte en dependencia, pues el amor es sano y respetuoso.

Nos volvemos negligentes con nosotras mismas por evitar conflictos para que el otro no nos deje. Creemos que debemos apagar nuestra voz y aguantarlo todo para tener una sana convivencia, pero la diferencia normal y necesaria entre todos los seres humanos implica que debamos aceptar fortalezas y debilidades.

No podemos dejar de lado lo que somos, ni poner nuestra felicidad en manos de otros. Por mucho que amemos a alguien más, así compartamos la vida, solo Dios puede sostenernos, así que solo de Él debemos depender. Si sientes que estás en una relación de dependencia, es hora de buscar ayuda.

Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré”. Isaías 41:13.

No somos mujeres tóxicas, solo nos falta poner nuestra confianza en el lugar indicado que es Dios.

Por: María Isabel Jaramillo – isabel.jaramillo@revistahyc.com

Foto: Drobotdean / Freepik (Foto usada bajo licencia Creative Commons)

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