No soy, ni seré la mujer Proverbios 31

por Revista Hechos&Crónicas

Hace poco leí un artículo* en el que se contaba que a los veinte, las mujeres son más felices por su situación sentimental y económica, aunque terriblemente inseguras por su aspecto físico y temerosas del futuro. A los 40 la felicidad sentimental y económica se pierde y se sienten frustradas por la situación que viven en general. Esto, debido a que las mujeres estamos obsesionadas con la perfección. Queremos mostrarnos excelentes, pero la culpa nos agobia porque no logramos serlo en todo.

Para la psiquiatra colombiana Olga Albornoz, el tema va ligado a las exigencias que tiene la mujer sobre sus hombros, “pues lo que se debe considerar es que ellas tienen una mayor carga de responsabilidad y presión social que los hombres: están obligadas a manejar la familia y a rendir económica y profesionalmente”, afirma.

Es básicamente una idea de que las mujeres jamás nos sentimos completamente llenas, plenas ni realizadas, salvo por contados momentos de la vida. Pues si nos desarrollamos laboralmente, nos sentimos culpables por no dedicarnos enteramente a la familia, y cuando nos convertimos en esposas o madres, sentimos que no logramos equilibrar el área laboral con el familiar. Y ni hablemos del tiempo para nosotras mismas. Las mujeres nos acostumbramos a vivir con culpa, por eso no es raro que vivamos agobiadas permanentemente.

Sin embargo, cuando una mujer conoce verdaderamente a Dios, su vida cambia y su identidad como mujer también. El problema es que muchas veces nos enfrentamos con que debemos alcanzar el modelo de la mujer descrita en Proverbios 31: 10-31. En un mundo obsesionado con la perfección, el cristianismo también exige a la mujer llegar a un modelo que parece imposible de alcanzar.

Este no es un tema que deba malinterpretarse. Las cualidades de esta mujer son bíblicas, deseables y muy buenas. Es a lo que las mujeres debemos aspirar, pero hay que tener claro que seguramente no podremos tener todas las cualidades al tiempo. Creo que como yo, muchas mujeres creyentes se sienten frustradas porque no son ni serán la mujer Proverbios 31 y esta exigencia, muchas veces silenciosa, nos convierte en esclavas en busca de la perfección, justamente cuando Cristo nos hizo libres.

Si somos sensatas, prácticamente ninguna de nosotras estará a la altura de esta famosa dama, pero esto no debe frustrarnos, sino motivarnos, pues lo que sucede con la mujer descrita en Proverbios 31 es lo mismo que ocurre cuando el pasaje nos indica que debemos tener la mente de Cristo. Es algo literalmente imposible. Y como dice el Salmo 119:160, la suma de tu palabra es verdad, por lo tanto no debemos quedarnos con un pasaje aislado para comprender la identidad de la mujer, sino buscar toda la Palabra que Dios ha dado sobre las mujeres para construir lo que verdaderamente queremos ser.

Mujeres reales de la Biblia

La revista estadounidense Relevant, en su artículo ¿Por qué la iglesia debería replantear a la mujer de Proverbios 31?, hace un estudio de las mujeres reales de la Biblia que no encajan en esta descripción, pero a quienes Dios usó de maneras milagrosas para promover Su Reino:

Desde Génesis, Dios ha utilizado a mujeres de todos los orígenes, etnias, carreras, estados de relación y reputación como personajes importantes y necesarios en Su gran historia de amor por la humanidad. En un recorrido por la Biblia, leemos acerca de muchas mujeres únicas que Dios propuso en Su tiempo y a Su manera.

Sara

Era una buena esposa, pero se mostraba cínica sobre el futuro e incluso se rio cuando Dios le prometió un hijo en su vejez. Sara no confiaba en que Dios cumpliera las promesas que había hecho y, sin embargo, Él decidió cumplirla de todos modos. De su linaje, finalmente nació Cristo. Dios escribió a una anciana cínica en su historia.

Débora

Guerrera y líder de Israel. Era fuerte y sabia, luchaba por la justicia y tenía un tribunal. Era muy probable que fuera lo contrario de gentil, callada, recatada. Bajo su autoridad, el Señor sacó a los israelitas de la esclavitud. Dios incluyó a una guerrera enérgica en Su historia.

Rahab

Rahab era una prostituta que conocía al Señor. Escondió a los espías israelitas para protegerlos del rey de Jericó y luego los ayudó a escapar por la muralla de la ciudad. Los espías regresaron al campamento israelita, armados con conocimientos y preparados para la batalla. La ciudad de Jericó fue destruida, pero Rahab y su familia se salvaron debido a su bondad hacia el pueblo de Dios. Dios incluyó a una prostituta fiel en su historia.

Ester

Era una huérfana judía convertida en reina. Cuando le informaron de un plan para destruir a los judíos en esa zona, violó la ley y arriesgó su vida para presentarse ante el rey y suplicar por la vida de su pueblo. Dios incluyó a una reina violadora de la ley en su historia.

Priscila

Fue llamada a proclamar el Evangelio y lo hizo con valentía. No se conformó simplemente con ver a su esposo, Aquila, predicar, ella se paró a su lado, incluso tomando a Apolo, un misionero, a un lado para corregir sus enseñanzas defectuosas. Apolo salió de ellos a Acaya, donde participó en un debate público y demostró a la gente que Jesús era el Cristo. Dios incluyó a una predicadora apasionada en su historia.

La mujer en el pozo

La mujer samaritana en el pozo no tiene nombre, pero fue vital para llevar el mensaje y el ministerio de Jesús a la comunidad samaritana. Ella era de la etnia equivocada, según los judíos, y se había divorciado cinco veces, pero Jesús miró su corazón y le dio un mandato: predicar el Evangelio a una comunidad a la que no podría haber llegado de la misma manera. Dios incluyó a una mujer quebrantada y sin amor en su historia.

La verdadera mujer de Dios

Lo que nos enseñan todas estas mujeres no es a “dormirnos sobre los laureles” con nuestros defectos o pecados, porque la Biblia dice que… quien comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.

Filipenses 1:6. Es decir, somos susceptibles de mejorar, en Él. A lo que sí nos invita este estudio es a dejar de buscar la perfección y apoderarnos de los dones que Dios nos ha concedido; pues, aunque no alcancemos todas las cualidades del pasaje, cada una de nosotras tiene algo único que Dios usará para Sus propósitos si nos dejamos moldear.

*Artículo publicado en el diario Portafolio sobre la felicidad de la mujer.

Foto: Joel Muniz – Unsplash (Foto usada bajo licencia Creative Commons)

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