Aun en el principio, Dios ya era Dios. Él mismo fue Creador de ese principio, pues en ese primer momento solo existía Él y a través de Él todas las cosas fueron creadas, fueron hechas. La naturaleza es mucho más que el fruto de la evolución, es un hermoso libro que nos habla con detalles de su Creador.
A veces nos detenemos a pensar en todo lo creado. Disfrutamos la naturaleza, los amaneceres y la puesta del sol. Nos emocionan las miradas, las sonrisas, la música, las obras de arte. Algunos admiran las manos, otros los ojos, otros los paisajes, otros una flor.
Los más bohemios disfrutarán de un paisaje campestre, los más sofisticados de mirar a través de un telescopio a intensidad del universo. Todo es inspirado por la creación de Dios, por ese instante que resume todo lo que hay y todo lo que somos: «Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra» de Génesis 1:1.
Analiza por un segundo. El hecho de que Dios haya creado los cielos y la tierra nos habla de cómo conoce a pleno nuestra existencia: quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos, quiénes llegaremos a ser y quiénes nunca seremos. Dice el relato de Génesis que antes de Dios todo era un caos. «La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas» (Génesis 1:2). Pero Él la puso en orden. De la oscuridad hizo la luz. Y como era buena la luz, separó el día de la noche para que disfrutásemos las horas de luz, y para que descansemos en las horas de oscuridad.
Como quien pincela sobre una tela, de un pincelazo separó las aguas. Firmamento mediante, unas fueron hacia abajo y otras hacia arriba. A ese firmamento lo denominó cielo. Y como era necesario, lo apagó por unas horas hasta que amaneció al otro día. Como todo era mar, hizo aparecer el suelo seco y lo llamó tierra. Así había extensiones de agua, de cielo y de tierra. Comenzó a adornar cada una de estas extensiones con seres vivientes: aves, plantas, animales, peces. Y ya pasaron dos o tres días.
Y así, contemplando su creación, fueron pasando los días. Mientras seguía creando un paraíso lleno de alegría y vida, porque veía que todo era bueno. ¡Muy bueno!
Un buen día pensó en crear a una criatura que se le pareciera. Entonces creó al hombre a su imagen y semejanza. Del hombre hizo a la mujer para que lo acompañase y completase. (Lee con detenimiento Génesis 1:27-31).
La creación era maravillosa. Nada podía salir mal. Todo era disfrutable y perfecto. (Génesis 2:1-4).
¡Esta maravillosa historia fue real! Y será real en un tiempo que pronto vendrá. Pero mientras tanto, antes de que la humanidad pierda la cordura totalmente, disfrutemos los vestigios de aquel paraíso que queda. ¡Dale gracias a Dios por la creación! ¡Por tu vida, por tu familia, por la ciudad donde vives! Recuerda que la inmensidad de la creación se refleja en el detalle más pequeño de ella misma. En la célula, ínfima como es, ahí está el gen de Dios Creador. ¡No te desanimes! Abre la ventana de tu casa y de tu corazón y da gracias a Dios por este hermoso día.
Por: Esteban Fernández. Director del Ministerio Latino de Bíblica, y presidente del ministerio de capacitación a líderes “Nuestra Fortaleza”.
Foto: Trevor John Williams – Unsplash (Foto usada bajo licencia Creative Commons)