Enojados con Dios

por Revista Hechos&Crónicas

Todos hemos pasado por temporadas en que sentimos que Dios nos ha abandonado, es un sentimiento muy humano, lo importante es qué hacemos con ese sentimiento. Hechos&crónicas le cuenta.

Hace poco tuve una fuerte conversación con una amiga. Realmente fue impactante para mí porque no esperaba su reacción.  La conozco de hace varios años como una fuerte mujer de fe. Ella y su familia han sido un hermoso ejemplo para mí. Fue por eso que la conversación me sorprendió tanto. Hace poco descubrieron que su esposo tenía una terrible enfermedad. Estaban asustados, pues era grave. Sus palabras exactamente fueron “No sé por qué Dios permitió esto. Mi esposo es un excelente hombre, temeroso de Dios, amoroso, obediente a Su Palabra, el mejor papá y esposo y sirve a Dios desde el fondo de su corazón. No merece lo que le está pasando”.

Como ella, creo que todos nos hemos enojado con Dios alguna vez. En determinadas circunstancias yo misma he dicho “Dios, ¿por qué permites esto?”. Y aunque para muchos puede parecer una herejía o un irrespeto al Padre Celestial, creo que es un sentimiento propio del ser humano y más aún cuando tenemos una relación cercana con Él, pues sabemos que tiene el poder para librarnos de cualquier situación; sin embargo, enojarnos con Dios no significa que nos separaremos de Él, significa simplemente que somos seres humanos.

A través de la Biblia encontramos diferentes personas que se enojan con Dios y le reclaman y también vemos cómo Dios responde a sus clamores sinceros, no con furia, sino con amor, como lo haría cualquier padre cuando su hijo no entiende la motivación que lo lleva a prohibirle algo que lo aleja del peligro.

Es el caso de David, quien en uno de sus salmos reclama a Dios: ¿Por qué, Señor, te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en momentos de angustia? Salmo 10:1, o de Jacob, quien incluso luchó con Dios (Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios. Génesis 32:28).

En el Nuevo Testamento encontramos la historia de Marta y María, quienes incluso reclaman a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Juan 11:21,32.

Razones por las que la gente se enoja con Dios

Es común encontrar personas que se molestan con Dios por situaciones extremas como tragedias, pérdidas o duros sufrimientos y francamente, no las podemos culpar. Para nadie es fácil enfrentar una situación de estas, pero también es una constante que cuando las personas realmente conocen a Dios, el enojo dura poco tiempo y disponen sus corazones a una total dependencia de Él que más adelante permitirá que la situación sea para gloria de Dios.

Otra razón por la que las personas  podemos sentir enojo con Dios es cuando el resultado de lo que planeamos no es lo esperado. Es el caso de los malos negocios o de las rupturas amorosas.

El pastor de jóvenes Lucas Leys lo define así: “Hay una gran diferencia entre ‘lo que yo pienso que es’ y lo que ‘Dios piensa que es lo mejor para mí’, pero mientras no sepamos distinguir estas dos frases, seguiremos creyendo que lo que nosotros pensamos, es lo correcto, olvidándonos de esta manera de lo que realmente Dios quiere para mí”.

A veces nos inventamos enojos porque nos metemos de cabeza en decisiones sin consultar con Dios, y cuando las cosas no resultan como esperábamos, nos volcamos a Él a pedir su ayuda. Recuerde que la oración no se usa como manguera apaga incendios, sino como una forma de prevenirlos, pues no cambia la voluntad de Dios, pero al estar alineados con Su propósito, nos evitaremos muchas equivocaciones.

Gran parte del sufrimiento nos lo buscamos nosotros mismos.

Una razón por la que la gente se molesta con Dios y se aleja de Él es por lo que recibe en la iglesia. O dicho de otra manera, por la imperfección de las personas. Tom y Joani Schultz, autores del libro “Por qué ya nadie quiere ir a la iglesia”  (Why Nobody Wants to Go to Church Anymore). Se basan en varios estudios y en ambientes protestantes -a veces conservadores, a veces liberales-, y destacan cuatro causas “de fondo” por las que la gente deja la iglesia:

1 – Se sienten juzgados  o imaginan que serán juzgados por los demás.

2 – La gente quiere hablar y ser escuchada y siente que en la iglesia solo habla el pastor.

3 – Mucha gente se aleja de la iglesia, o no se acerca a ella, porque piensa que “los cristianos son unos hipócritas”.

4 – Creen que Dios está “distante”, “o muerto”, o “es irrelevante”; muchos dicen “no noto a Dios”.

La segunda y la cuarta causa demuestran el tipo de relación que las personas tienen con Dios, pues deben sentir cómo se manifiesta en sus vidas para comprender que lo que se predica en la iglesia es Palabra de Dios y no del pastor.

Sin embargo, la primera y tercera causa demuestran la relación con otros seres humanos. La gente cree que quienes se congregan en una iglesia deben ser santos y olvida el detalle, que aún estamos en este mundo y somos susceptibles al pecado. Hay un dicho que dice “quien sale de la iglesia por causa de la gente, nunca entró en ella por causa de Jesús”. Así que no confunda enojo con Dios con enojo con la gente de la iglesia.

¿Cómo contrarrestar el enojo?

El enojo se termina con el agradecimiento y total dependencia de Dios, de conocer sus propósitos y saber que pase lo que pase, Él siempre tiene lo mejor para nosotros: …sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman.

Romanos 8:28. Recuerde las palabras de Job, quien después de padecer toda clase de sufrimientos, no dejó de alabar a Dios: …El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!». Job 1:21.

Por: María Isabel Jaramillo – isabel.jaramillo@revistahyc.com

Foto: Sean Boyd – Unsplash (Foto usada bajo Licencia Creative Commons)

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