Piensa por un momento: ¿en tu vida pesa más el agradecimiento o la queja?
Mientras que la queja enferma, daña el ánimo, afea el rostro y contamina a otros; el agradecimiento trae múltiples beneficios según lo confirman estudios científicos: mejora la salud mental, aumenta el bienestar, ayuda a dormir placenteramente, mejora las relaciones interpersonales, cuida el corazón, entre otros.
Cuando no agradeces te conviertes en un ingrato. El mismo apóstol Pablo no permite a los creyentes ninguna excusa para albergar el desagradecimiento. Sin importar las luchas o pruebas de nuestra vida, Dios nos manda a encontrar razones para agradecerle siempre. (Ver Hechos 5:41; Santiago 1:2-3; 1 Pedro 1:6-9).
1 Tesalonicenses 5:18 dice: den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús. La voluntad de Dios es ser agradecidos y cuando no lo hacemos, sencillamente desobedecemos.
Piénsalo de esta manera: si no se te facilita agradecer, tampoco será fácil que encuentres la voluntad de Dios. O para decirlo de otro modo: si te cuesta ser agradecido, te costará seguir la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta.
¿Por qué es importante agradecer?
1- Porque Dios lo ordena: No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Filipenses 4:6.
2- Porque reconocemos la soberanía de Dios: Con un corazón agradecido, podrás decir en medio de cualquier situación, “alabado sea Dios”. Ese tipo de actitud ve más allá de la circunstancia, ve el plan de Dios.
3- Porque Dios merece toda gloria: William Shakespeare escribió: “Cuánto más defrauda tener un hijo ingrato que el diente de la serpiente. Ingratitud, demonio con corazón de mármol.” Si Shakespeare comprendió la actitud hostil detrás de la ingratitud, imagina lo que Dios debe pensar sobre ello. La ingratitud es la esencia de un corazón no regenerado; es uno de los pecados más intolerables.
A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón. Romanos 1:21.
En la revista Hechos&Crónicas damos gracias a Dios por nuestros lectores, sin ustedes, esta publicación sería una más.
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Foto: Wilhelm Gunkel – Unsplash (Foto usada bajo Licencia Creative Commons)