Este es el testimonio de Gabriel Izquierdo, un hombre que tuvo que pausar sus sueños como bailarín profesional debido a un accidente, pero que hoy se llena de victorias, pues las promesas de Dios siempre se cumplen.
Hace aproximadamente 22 años llegué a Casa Sobre la Roca. La conocí gracias al programa de televisión Hechos y Crónicas, pues me gustó mucho la forma en que el pastor Darío (Silva-Silva) trasmitía el mensaje. Decidí ir a conocer personalmente la iglesia y me invitaron al ministerio tMt, pero por mis vivencias y estilo de vida, no me acoplé, así que entré al ministerio Josués, donde conocí a mi esposa, Amalia Cartagena, con quien actualmente servimos como consejeros, en Casa2 y en ARMY TMT grupo de formación en liderazgo.
En este tiempo, al final de un ayuno, después de una fuerte liberación, el pastor Darío me hizo subir al altar y dijo: “a este joven Dios lo ha liberado para siempre. ¿Cómo te llamas?” Gabriel, dije. “Gabriel, prepárate porque Dios te va a usar”. Hoy sirvo a Dios con mis talentos en diversas áreas del arte como danza y actuación. Mi talento ha sido mi red para pescar jóvenes para Cristo.
Pero la historia que quiero compartir con ustedes comienza hace aproximadamente 12 años; sin saberlo, siento que justo ahora estoy viviendo su buen desenlace. Se trata de un relato referente a mi área laboral, pero que ha permeado el resto de las áreas de mi vida por el impacto que los sucesos han tenido. En realidad, más que mi experiencia, quiero dar , porque así lo determiné desde que todo esto comenzó.
Mi profesión es bailarín y coreógrafo de espectáculos y fue precisamente en uno de estos espectáculos que sufrí un accidente con el que tuve una lesión bastante seria en mi pie izquierdo. Mi talón quedó completamente destrozado por una fractura conminuta, una fractura múltiple del hueso calcáneo, la cual me incapacitó por bastantes años y me tuvo lejos de los escenarios. Estuve en silla de ruedas durante un tiempo, luego en muletas, después usando bastón. El médico me dijo que era muy difícil volver a bailar porque quedé con osteoporosis en mi talón. Mi esposita es terapeuta y sabía que lo que decía el médico era cierto.
Mi proceso de recuperación fue bastante doloroso, no solo por las complicaciones físicas que tuve, sino porque este evento truncó mis planes y sueños futuros, yo quería bailar, pero tuve que para y con centrarme en mi recuperación.
Sin embargo, dejamos que Dios diera la última palabra y después de dos cirugías, una de reconstrucción y luego de cinco años una de quitar el material y coser un tendón roto, volví a los escenarios.
Por casi una década trabajé arduamente en mantenerme dentro del medio, con mucho esfuerzo y empeño en mi rehabilitación, en lo que me acompañó de forma incansable mi terapeuta y bella esposa. Durante este proceso tuve un tiempo de crecimiento en mi relación con Dios y pude entregarle en su totalidad mi futuro y rendir mis expectativas a Su voluntad; me concentré en aprender todo lo que Él quería enseñarme y estar atento a su instrucción para mi vida. Cuando finalmente comprendí que Sus planes siempre serán mejores para mí que los míos, abrí mis manos y entregué todo lo que tenía para buscarlo a Él en obediencia y gozo.
Una nueva oportunidad de bailar
El año pasado ocurrió algo inesperado. Alguien vio una publicación en mis redes que le llamo la atención. Esta persona dirige una compañía en Estados Unidos llamada Art of Stepping, la cual trabaja percusión con el cuerpo y antes solo lo practicaban los afroamericanos. Esta compañía quiso conocer mi trabajo y me invitó a participar en un campeonato llamado World of Step que se desarrolló en varias etapas; para mi sorpresa en el regional de EE. UU. tuve la mayor votación como solista y grupo pequeño, en Perú obtuve el segundo lugar categoría solo y en West África logramos el segundo lugar categoría grupo pequeño. Todo esto nos dio a todos los campeones de cada regional, la oportunidad de ir a la gran convención en New York y mi coreografía obtuvo el segundo lugar en el mundo.
Fueron nueve países, más de 60 grupos y tres meses de competencia representando a mi país. Finalmente me nombraron embajador de este género en Colombia. Ahora soy doblemente embajador, primero de Cristo y después de esta compañía americana.
Todo esto es un milagro, pues este baile me exige realizar impacto directo sobre mis pies y lo puedo hacer correctamente y sin dolor, lo cual es naturalmente imposible en alguien con mis antecedentes. Para Dios no hay nada imposible cuando abandonamos nuestros sueños para buscar los de Él, tras meses en silla de ruedas, años en muletas y otros tantos con bastón ahora milagrosamente doy muchos steps junto a Él. Su misericordia es enorme y su gloria es infinita.
Actualmente soy el coreógrafo oficial de Claraluna taller artístico, ganadores del Latin Grammy categoría infantil 2018 y profesor del área de cuerpo de la academia Charlot, una de las mejores del país.
Mi propósito es marcar la vida de mis estudiantes y mostrar a Dios en todo lo que hago. Demostrar que para Él no hay nada imposible. Los médicos dijeron muchas veces que después de mi accidente, si acaso volvía a caminar sería con dificultad, pero Dios tenía otro plan, a Él le gusta contradecir dictámenes porque Su misericordia es enorme. Si Él pudo recuperar un pie destrozado y llevarme a lugares tan altos con mi baile, imagina las grandes cosas que tiene para ti.
Fotos: Archivo particular.