Lecciones espirituales de un aislamiento exitoso

por Revista Hechos&Crónicas

Las Sagradas Escrituras no son ajenas a la situación actual de aislamiento que se vive en decenas de países del mundo entero y muy a su estilo, nos proveen varias lecciones en un caso de “aislamiento” al que se tuvo que someter uno de sus profetas durante la era de los reyes en Israel.

1 Reyes 17: 1-6 nos ofrece un caso excepcional de aislamiento al que fue sometido el profeta Elías para su protección después de entregar un mensaje proveniente del Señor al rey Acab.

Ahora bien, Elías, el de Tisbé de Galaad, fue a decirle a Acab: «Tan cierto como que vive el Señor, Dios de Israel, a quien yo sirvo, te juro que no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene». Entonces la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: «Sal de aquí hacia el oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, al este del Jordán… señalan los versículos.

En este momento de incertidumbre para el mensajero de Dios y donde está en juego su vida por obedecer al Señor, la orden es aislarse. Enseñar los mandamientos de la ley de Dios durante el reinado de Acab era una sentencia de muerte, como lo señalan las mismas escrituras:

En el año treinta y ocho de Asá, rey de Judá, Acab hijo de Omrí ascendió al trono, y reinó sobre Israel en Samaria veintidós años. Acab hijo de Omrí hizo lo que ofende al Señor, más que todos los reyes que lo precedieron. Como si hubiera sido poco el cometer los mismos pecados de Jeroboán hijo de Nabat, también se casó con Jezabel hija de Et Baal, rey de los sidonios, y se dedicó a servir a Baal y a adorarlo. 1 Reyes 16: 29 – 31.

El Señor se encargó de darle algunas lecciones a Elías durante este tiempo para todo lo que tendría que enfrentar después en la persecución liderada por la el rey y su esposa la reina Jezabel. Analicemos algunas de ellas:

Provisión

Una de las preocupaciones más insistentes a la hora de un aislamiento es el alimento para aquellos días donde salir no es una opción. Allí presenciamos una de las manifestaciones maravillosas y prodigiosas del poder del Señor, en donde por su orden, los cuervos le llevaban alimento a Elías hasta su sitio de aislamiento.

Beberás agua del arroyo, y yo les ordenaré a los cuervos que te den de comer allí. 1 Reyes 17: 4

Y como El Señor lo ordenó por “algún tiempo” los cuervos le llevaron alimento al profeta y saciaba su sed con el agua del río Jordán. Todo ello a pesar de que el mensaje de Elías había transmitido al rey era el anuncio de una vasta sequía que afectaría duramente a la región “no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene”.

Sujeción y dependencia de Dios

Elías obedeció a las órdenes divinas, permaneció con su confianza en Dios y  esto trajo bendición a su vida. Mientras él estuvo guardando su aislamiento tuvo satisfechas sus necesidades por parte de Dios, a través de los cuervos y el río.

Así que Elías se fue al arroyo de Querit, al este del Jordán, y allí permaneció, conforme a la palabra del Señor. Por la mañana y por la tarde los cuervos le llevaban pan y carne, y bebía agua del arroyo.

Las Sagradas escrituras no señalan el tiempo determinado que Elías pasó allí en asilamiento por salvaguardar su vida, algo muy parecido a lo que sucede hoy. De la misma forma, no sabemos a ciencia cierta lo que sucedieron esos días pero lo que si podemos establecer es que el profeta salió preparado y listo para recibir más lecciones que el aguardaban.

Los aislamientos son temporales pero producen grandes cambios

Elías no permaneció alimentado por los cuervos toda la vida, La Biblia señala que Dios tenía preparado otros caminos con diferentes experiencias preparatorias para uno de sus grandes propósitos. Estas “lecciones” se dan en medio de gente el profeta no conocía pero que tras dejarlas, su vida había sido ampliamente impactada, el caso de la viuda de Sarepta y su hijo.

Algún tiempo después, se secó el arroyo porque no había llovido en el país. Entonces la palabra del Señor vino a él con este mensaje: «Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado darte de comer». 1 Reyes 17:7-9

Dios tiene poder sobre vida y muerte

En tiempos donde la cabeza de Elías tenía un alto precio,  quedarse con una viuda y su hijo no era una opción muy lógica para protegerse. Pero esa había sido la orden. Al llegar a Sarepta, Elías encuentra un panorama más desolador para él puesto que la viuda a la que fue enviado solo tiene para una comida para ella y su hijo, debido a la escasez de  alimentos provocada por la falta de lluvias.

—Tan cierto como que vive el Señor tu Dios —respondió ella—, no me queda ni un pedazo de pan; solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre! 1 Reyes 17: 12

Nuevamente allí sale a florecer el poder de Dios enseñándole a Elías a depender más de él cuando la situación es muy dura.

—No temas —le dijo Elías—. Vuelve a casa y haz lo que pensabas hacer. Pero antes prepárame un panecillo con lo que tienes, y tráemelo; luego haz algo para ti y para tu hijo. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la tierra”, señalan los versículos trece y catorce.

Más adelante, el hijo de la viuda caería enfermo y moriría a los pocos días, Elías debió pensar que la desdicha se había vuelto su compañera con tantos tropiezos e incidentes por cumplir con la orden divina. Sin embargo, fue testigo directo sobre como Dios tiene poder sobre la vida y la muerte, al ver como después de sus oraciones, el hijo de la viuda volviera a vivir:

El Señor oyó el clamor de Elías, y el muchacho volvió a la vida. Elías tomó al muchacho y lo llevó de su cuarto a la planta baja. Se lo entregó a su madre y le dijo: —¡Tu hijo vive! ¡Aquí lo tienes!, indican posteriormente las Sagradas Escrituras.

¿Qué tienes que aprender en este tiempo?

Dice un dicho popular “todo pasa por algo” y tiene mucha razón. La llegada del período de aislamiento trajo consigo un cambio total o parcial en la vida de casi todo el mundo. Todo sucedió de un momento a otro, un virus encerró a todo el mundo en cuestión de cinco meses. Todos los planes se derrumbaron y la vida tal como la conocíamos hasta hace poco, cambió para todos. Igual como le aconteció a Elías.

No sabemos cuáles son las lecciones que tenía que darte El Señor durante este tiempo de aislamiento en casa. Para muchos fue hacer un stop en sus vidas para replantear, en otros compartir más tiempo con su familiar, otros aprender a través de la soledad o ser testigo de primera mano del poder de Dios en épocas difíciles, como los médicos o el personal de emergencia. Lo que sí se puede asegurar es que todos fuimos afectados de alguna forma y través de ello El Señor nos dio una lección para un propósito mayor.

Finalmente, llegó el día en que Elías y el Rey Acab se vieron frente a frente en el monte Carmelo y en medio de todo el pueblo de Israel. El profeta de Dios iba solo con Dios, el pueblo solo permanecía alrededor y su principal persecutor estaba al frente, Allí, en medio de todos, se manifestó el poder de Dios en favor de su enviado:

El agua corría alrededor del altar hasta llenar la zanja. A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías dio un paso adelante y oró así: «Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra. ¡Respóndeme, Señor, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que estás convirtiéndoles el corazón a ti!» En ese momento cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja. Cuando vieron esto, todos se postraron y exclamaron: «¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!» puntualiza 1 Reyes 18: 35 – 39.

Dios utilizó un periodo de asilamiento en la vida del profeta Elías para enseñarle al profeta y recordarle al rey, a su desviado pueblo y a todos lo mucho que estaban alejado de Dios rindiendo cultos a sus ídolos. Tras este período, Dios respaldó a Elías en todas sus proezas, milagros y enfrentamientos con el mal hasta el día en que acompañado de su sucesor Eliseo, fue llevado en un carruaje de fuego a los cielos. Un aislamiento menor para un propósito mayor.

Por: David Bernal – david.bernal@revistahyc.com

Foto: Umit Bulut – Unsplash 

 

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