La “ficha técnica” del Padre

por Revista Hechos&Crónicas

La convención temporal pasado-presente-futuro es una mera ilusión: el cronos o tiempo humano, sumergido en el kairos, tiempo de Dios. Para el Absolutamente Intemporal no existen los relojes, ingeniosas máquinas ideadas por la criatura en un intento por medir lo inmensurable: la eternidad.

Un conocido chiste ilustra bien este punto: un campesino sueña que está en el cielo, a los pies del Eterno, con quien sostiene el siguiente diálogo:

—Papá Dios ¿Cuánto es para ti un millón de años?

—Un minuto, hijo.

— ¿Y un millón de dólares?

—Un centavo.

—Oye, regálame un centavo…

—Está bien, hijo, solo espérate un minuto.

El tiempo es un producto del pecado. No se registra la edad de Adán antes de la caída, por la sencilla razón de que el tiempo no había sido inventado, pues no era necesario. ¿Para qué tiempo si no había muerte? La esclavitud del tiempo y el temor a la muerte nos nublaron la percepción de Dios. Yo sé que Dios es, pero no sé qué o cómo es. Bien dice Pablo en 1 de Corintios 2:11: En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios. Dado que solo Él podría definirse a sí mismo, si yo pudiera definir a Dios, yo mismo sería Dios.

Por lo tanto, como un instintivo bebé percibe a su padre, percibo a Dios aunque no puedo explicármelo. De hecho, como el bebé, no necesito una explicación sobre la realidad del Padre. Su «ficha técnica» es simple para mí:

Nombre propio: El Gran Quién Sabe.

Edad: eternidades por una vez.

Oficio o profesión: Especialista en todo.

Balance financiero: sobregiro sin límite.

Nombre del cónyuge: la Iglesia.

Hijos: un Unigénito y miles de millones adoptivos.

Estatura: infinitos mega metros.

Deudas: planeta Tierra hipotecado al hombre.

Pasatiempo favorito: perdonar.

Su mayor frustración: Frankenstein Adán.

Su éxito principal: una cruz sobre un monte.

¿Tiene Dios una madre?

Es de simple sentido común que Dios no puede tener madre, pues, en ese caso, dejaría de ser Dios. Jesucristo, en su doble naturaleza divina-humana, es el puente perfecto y único de comunicación de Dios con los hombres y de los hombres con Dios. Según el Credo de Atanasio Jesucristo es:

“Dios de la sustancia de su Padre, Hombre de la sustancia de su madre; igual al Padre en su divinidad, menor que el Padre en su humanidad”.

¿Puede Jesús ser su propio Padre?

Resulta muy perturbador el solo pensar que el Hijo pueda ser el Padre; pero es ya para enloquecerse el imaginar al Hijo como el Espíritu. Aquí viene en nuestro auxilio alguien poco ortodoxo, el pastor Guillermo Federico Hegel, de cuyo sistema dialéctico se han valido tantos para lo bueno y para lo malo, para construir y para demoler, para afirmar y para negar.

Esta “perla en la ostra” del re-pensador alemán arroja un haz potente de luz sobre el misterio de la Trinidad:  “El Padre es Dios en sí mismo, el Hijo es Dios objetivándose a sí mismo, el Espíritu Santo es Dios volviendo a sí mismo”.

Por: Darío Silva-Silva. Pastor, fundador y presidente de Casa Sobre la Roca, Iglesia Cristiana Integral.

Foto: Josh Applegate – Unsplash (Foto usada bajo Licencia Creative Commons)

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