Es que el Señor me lo prometió…

por Revista Hechos&Crónicas

“Prometo estar contigo siempre”, le dice el esposo a la esposa. “Prometo cuidar el planeta”, dicen los gobernantes hoy. “Prometo llevarte al paraíso”, dicen las agencias de viajes…promesas y más promesas. Lo verdaderamente preocupante, es que aún en la vida del creyente, las promesas bíblicas con frases “cliché” como “es que el Señor me lo prometió” se han vuelto un tema de mucha relevancia, algunas veces, más allá de los mismos conceptos doctrinales profundos. Y en especial, en un nuevo año que comienza.

Sin embargo, no todas esas promesas se aplican para nosotros en este tiempo, pues muchas de ellas ya fueron cumplidas. La incorrecta interpretación de la Biblia puede llevarnos a creer que somos merecedores de algo que en realidad nunca estuvo destinado a ser de nosotros.

El origen etimológico del término promesa se halla en el latín. Está conformada por dos partes diferenciadas: el prefijo “pro-“, que es equivalente a “antes”, y el “missus”, que es el participio del verbo y que puede traducirse como “arrojar”. Promesa es la expresión de la voluntad de hacer algo por alguien o de cumplir con un cierto sacrificio en caso de conseguir algún logro. Puede entenderse como un acuerdo entre dos partes a través del cual, una de ellas se compromete a realizar algo ante el cumplimiento de una condición o el vencimiento de un plazo.

Sobre el tema de las promesas de Dios en las Escrituras, es importante reflexionar lo siguiente: Las promesas de Dios con frecuencia son condicionales y su propósito es ayudarnos a someternos de lleno a su voluntad y confiar en Él, una promesa no hace que Dios se sujete a nuestra voluntad, no debemos asumir cuándo, dónde o cómo es que las promesas de Dios se cumplirán en nuestra vida.

De tal manera, que no podemos olvidar lo que la epístola a los Hebreos en el capítulo 11 nos  informa acerca de los gigantes de la fe: Dios estaba contento con todas estas personas porque confiaron en Él, pero ninguna de ellas recibió lo que Dios había prometido. (TLA) Todos esos héroes de la fe murieron antes de que se efectuara la promesa de Dios y viniera Su Mesías al mundo. Fue como si Dios hubiera regulado las cosas de tal manera que el pleno resplandor de Su gloria no se revelara hasta que nosotros y ellos nos regocijáramos juntos en el día postrero.

Para los judíos y los cristianos, el ámbito de la promesa humana está unido al concepto bíblico de un Dios fiel, cuya justicia se enuncia en la fidelidad a sus promesas, fidelidad que se conserva a pesar de que nosotros seamos infieles  a su pacto. Dios tiene el poder para hacer lo que promete, y la fidelidad para llevarlo a cabo. Cumplidas en Cristo (Hechos 13:32-33), garantizadas por el Espíritu (Efesios 1:13-14) y orientadas hacia un nuevo cielo y una nueva tierra (2 Pedro 3:13). Las promesas de Dios son el fundamento de la esperanza y el contexto para la obediencia cristianas.

Por: Mauricio José Garzón Miguez. Graduado de Teología en Logos Christian University y Docencia Cristiana en ACSI. Profesor de la Unidad Educativa IBLI-Facter de Casa Sobre la Roca, Bogotá. Docente de la catedra de Doctrina Cristiana en Logos Christian University.

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