Más de una familia no se atreve a hablar sobre drogas porque cree que no es necesario y nunca tocarán a sus hijos. Ojo con la ingenuidad porque estas han sido parte de nuestra cultura desde mediados del siglo pasado. Hoy pueden llegar a manos de nuestros niños y jóvenes, disfrazadas de dulces, parches, tarritos llamativos, frascos de olor, gotas para ojos etc., que pueden llegar fácilmente a los colegios y comercializarse fácilmente por redes sociales.
¿Por qué razones mi hijo caería en el consumo de drogas?
Aunque no lo crea, la familia influye mucho en este aspecto. Un hogar disfuncional, donde los padres están alejados de sus hijos, donde hay peleas o falta de atención con quiénes se están relacionando nuestros hijos (malas amistades), pueden abrir la puerta al consumo de drogas. Sin embargo, un niño o joven que tenga una familia unida, que reciba amor y que incluso sea cristiana no está exento; la curiosidad puede llevarlo a lo peor. ¿Por qué nuestros hijos podrían caer en el consumo?
- Para ser aceptado en un medio
- Para desconectarse de todo o “relajarse”
- Para evitar el aburrimiento
- Para creerse “más grande” (el chacho)
- Para rebelarse
- Para experimentar
- Para “salir” de los problemas.
Muchos ven la droga como “solución”, pero es un verdadero problema. Es entrar en una cárcel.
“El cochino mundo del vicio”
La taquicardia era tan fuerte que parecía que el corazón se le fuera a salir por la boca, escalofrío, mareo, temblor, vómito… un malestar incapacitante que le impedía pararse a pedir ayuda. En ese momento sintió que se moría, que su fin había llegado y no podría despedirse de su familia.
Mauricio sabe que Dios metió su mano, pues momentos antes de perder la conciencia, recordó lo que su madre le había hablado por tanto tiempo y se encomendó a Él. No recuerda cómo llegó al hospital, ni nada de lo que ocurrió durante los 16 días que pasó en coma, pero sabe que salvarse fue un completo milagro y a partir de ese momento se trazó el firme propósito de no volver a caer en el abismo que, como asegura, le quitó el valor, la voluntad, la confianza, el amor de su familia y fue cerrando todas las puertas a su paso.
Mauricio creció en una familia tradicional colombiana de clase media. Fue el menor de cuatro hermanos, el consentido. Tal vez por esto, por su inteligencia desmedida o su temprana precocidad, resultó probando las drogas a la tierna edad de 13 años.
Comenzó con el alcohol y la marihuana por curiosidad, porque sus amigos consumían y se veían muy “cool”, pero poco a poco se fue desatando la bestia. De la marihuana pasó a la cocaína, que comenzó solo en momentos de rumba, pero le fue carcomiendo su voluntad hasta apoderarse del todo. Durante este tiempo, Mauricio no dudaba por un segundo que podría parar y controlarlo.
Pero la adicción fue creciendo como un monstruo desbocado que quería acabarlo por completo. Sus padres se enteraron, sus hermanos comenzaron a rechazarlo, lo echaban de todos los colegios y lo internaron en cuanto centro de rehabilitación existía.
Pero esto, lejos de ayudarle comenzó a hundirlo mucho más. La cocaína era lo único en lo que podía pensar y necesitaba consumirla tres o cuatro veces al día. El encierro, las peleas con sus padres y hermanos, la soledad y el rechazo de todo el mundo porque decía que parecía un “gamín” hicieron un hueco en su corazón.
No era para menos. Mauricio dejó de ser el mejor estudiante para convertirse en el dolor de cabeza de su familia y las lágrimas constantes de su madre. “A mí nunca me faltó amor ni atención en mi hogar, yo caí en este mundo perverso solo por curiosidad. Me volví apático, grosero, agresivo y no quería hacer nada. No quería estudiar ni trabajar. Dejé de ser responsable de mis cosas y comencé a hacer lo que fuera por conseguir dinero para consumir. Primero pedía plata prestada y terminé debiéndole a todo el mundo, robaba de las billeteras de mis papás y hermanos, luego abría los bolsos de las visitas, llegué a vender el mercado y los artículos valiosos de la casa y a pedir plata en las calles”.
Pero no fue hasta el episodio de la sobredosis, cuando realmente Mauricio comenzó un proceso de desintoxicación y rehabilitación.
“Supe que Dios me salvó la vida porque se lo pedí con todas mis fuerzas cuando me estaba muriendo. Ahí entendí que tenía un propósito. Entré a un centro de rehabilitación cristiano y me pegué de Dios y de la palabra dada en Romanos 12:2: No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. Todos los días le pedía a Dios que me quitara esa ansiedad de volver a consumir y me diera de Su paz y dominio propio. No puedo decir que es prueba superada porque siempre tendré que dominar mi carne, pero sé que Dios me salvó para que yo pudiera dar un mensaje a quienes están inmersos en ese cochino mundo del vicio”.
Signos reveladores que indican que su hijo podría estar en las drogas
Según Juan Armando Corbin, psicólogo de la Universidad de Buenos Aires, los padres de familia podrían estar sigilosamente atentos a lo siguiente:
– ¿Cómo huele?
Drogas como marihuana o tabaco dejan un fuerte olor. Seguramente, si su hijo es consumidor, empleará una serie de estrategias para minimizar las posibilidades de ser pillado. Mascar chicle, limpiarse las manos repetidamente e incluso aplicarse colonia de manera exagerada, son algunos ejemplos de ello. Intente tener una conversación con su hijo justo cuando llega a casa después de estar con sus amigos. Huela su ropa antes de ponerla en la lavadora.
– ¿Cómo tiene los ojos?
En los ojos es posible detectar el consumo, pero recuerde que cada droga tiene sus efectos y, por tanto, son varias las señales visibles que pueden manifestarse en esta parte del cuerpo.
– ¿Tiene cambios de humor?
Fíjese si su hijo es irritable, gruñón e incluso agresivo. Además, la presencia de los padres incomoda mucho a los jóvenes que consumen, pues prefieren pasar tiempo a solas para hacer de las suyas.
– ¿Faltan medicamentos en el botiquín?
Algunos jóvenes no consumen una sola droga, sino que experimentan con varios tipos de sustancias. Si nota que desaparecen algunos medicamentos que tenía en casa, es motivo de preocupación.
– ¿Tiene amistades poco saludables?
Los amigos son agentes socializadores muy importantes. Si su hijo se junta con consumidores habituales, tendrá más posibilidades de desarrollar hábitos nocivos. Fíjese en sus amistades.
– ¿Otros miembros de la familia consumen drogas?
Esto aumenta las probabilidades de que los hijos consuman sustancias psicoactivas. Los estudios muestran que si los padres son consumidores (por ejemplo, si el padre es alcohólico) los hijos pueden desarrollar conductas de este tipo.
Asimismo, si el hermano o hermana mayor consume, también hay un mayor riesgo de que este último copie su comportamiento negativo, ya que suele ser un modelo para el hermano pequeño.
– ¿Ha dejado de lado sus responsabilidades?
La droga tiene un efecto devastador en la vida de la persona que la consume, y esto incluye su trabajo o sus estudios. No siempre ocurre, pero, especialmente en el caso de las drogas duras, es posible que muchos jóvenes dejen de lado sus responsabilidades para vivir una vida más bien ociosa. Por ejemplo, las malas notas pueden ser indicador de sus malos hábitos.
– ¿Tiene problemas financieros?
Si su hijo trabaja y se gasta todo su dinero pero no sabes en qué, puede que la razón sea el consumo de droga. Estas sustancias generalmente tienen un alto costo, y las personas que las consumen suelen sufrir problemas financieros. Por ejemplo la cocaína es especialmente cara.
– ¿Muestra otros cambios comportamiento?
Los diferentes tipos de drogas tienen distintos efectos. Por ejemplo, algunas son relajantes y otras son estimulantes. Si nota cambios en el comportamiento de su hijo que lo hacen sospechar, puede que estas sustancias estén detrás de ello. Si siempre está cansado y perezoso puede que consuma marihuana, si habla de una manera extraña (por ejemplo, muy acelerada) puede que tome anfetaminas, si pasa dos días sin dormir puede que consuma cocaína, y si se muestra muy reservado y evita estar con el resto de la familia puede que esconda otro tipo de hábitos de esta clase.
– Haga una valoración global
Los jóvenes viven una etapa delicada en su vida, llena de cambios. El consumo de droga es frecuente a estas edades; por favor, papás, estén alerta. Ellos son su responsabilidad. Estén siempre vigilantes, y oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder, y presentarse delante del Hijo del hombre. Lucas 21:36.
Por: Jennifer Berreto y María Isabel Jaramillo
Foto: Flickr / Cabrera Photo – Miguel Angel Cabrera Luengo (Foto usada bajo Licencia Creative Commons)