La debacle espiritual de los Estados Unidos

por Revista Hechos&Crónicas

No debemos vivir apegados a modelos, ni idealizar a personas o sociedades, porque las riquezas, la belleza, la fama y el poder se esfuman rápidamente. Poner en un pedestal a algo efímero es olvidarse de Dios.

Para los estadounidenses, el 4 de julio es una fecha profundamente grabada en la memoria colectiva y de gran importancia, pues marca la ruptura de un orden establecido y de su nacimiento como nación. Pero, para muchos, esta fecha no es sólo el momento de celebrar la declaración de independencia, sino también de recordar la fe que los liberó.

Estados Unidos es un país que se fundó sobre profundas bases religiosas. Un claro ejemplo de ello podemos encontrarlo en la transcripción del documento original en Mourt’s Relation y el diario de William Bradford: Of Plymouth Plantation, que ha sido aceptado como correcto. De acuerdo con el portal wikipedia.org, el manuscrito de Bradford, que habla acerca del Pacto de Mayflower, está guardado en la biblioteca estatal de Massachussets: “En el Nombre de Dios, Amén.

Nosotros, cuyos nombres están escritos debajo, los sujetos leales de nuestro Temible Soberano Señor Rey Jaime, por la Gracia de Dios, de Gran Bretaña, Francia e Irlanda, Rey, Defensor de la Fe.

Habiendo emprendido para la Gloria de Dios, y el Avance de la Fe Cristiana y el Honor de nuestro Rey y Patria, una travesía para plantar la primera colonia en las Partes Norteñas de Virginia; hacemos por estos presentes, solemne  y mutuamente en la Presencia de Dios y unos con otros, pacto y nos combinamos juntos en un Cuerpo Político Civil para nuestro orden y preservación y fomento de los fines antedichos; y por virtud de esto establecemos y aprobamos, constituimos y formamos, tales justas e iguales leyes, Ordenanzas, Actas, Constituciones y Oficios, de tiempo en tiempo, según sea considerado muy propio y conveniente para el Bienestar General de la Colonia, a la cual prometemos toda la Obediencia y Sumisión debidas[…]”.

Pero, también podemos encontrar el éxito de los Estados Unidos como país en las sólidas bases cristianas de algunos de sus mandatarios, que contribuyeron con el asentamiento de los valores de ese país. Muchos historiadores hablan de la fe de Abraham Lincoln, un abogado de Kentucky e hijo de pioneros que se habían instalado en el inhóspito Oeste.

La vida itinerante del señor Lincoln le obligó a llevar una juventud errante. Se enroló en el ejército como capitán y luchó en la Guerra del Halcón Negro. También se interesó en la política, militó en el partido Whig y fue electo diputado en el año 1847.

Sin embargo, a la figura de Abraham Lincoln se le ha idealizado e inmortalizado en la historia norteamericana por su desempeño en la presidencia y por la guerra a la que ayudó a poner fin.

Lincoln es una figura fundamental para el sistema de creencias político-social por el que se rige la historia y la política de los Estados Unidos. No en vano fue considerado el personaje con “mejor reputación”, según una encuesta realizada en el año 2012, en la que el 91% lo reconoció como un hombre que dejó una huella positiva en el país, por encima de otros como Martin Luther King.

Y para muchas personas, más allá del plano político, Lincoln también es un ejemplo de fe y de la lucha por los derechos humanos. Pocos después de la toma de posesión, Abraham Lincoln compartió con sus colaboradores sus inquietudes con respecto a la Unión: “A menos que el gran Dios que ayudó a Washington esté conmigo y me preste auxilio, voy a fracasar; pero si la misma mente Omnipotente y el mismo Brazo Poderoso que lo dirigió y protegió me ayuda, no voy a fracasar… oremos para que el Dios de nuestros padres no nos abandone ahora”, publicó en 2013 el portal protestantedigital.com.

El presidente Lincoln admitió haber hecho un pacto con el Señor: “Cuando todos parecían espantados y nadie podía predecir lo que iba a suceder, fui a mi habitación, cerré la puerta, me arrodillé delante de Dios Todopoderoso y oré con poder por la victoria. Le dije que era su guerra, y que nuestra causa era Su causa, pero que no podríamos resistir otro Fredericksburg o Chancelorsville. Entonces hice un voto solemne al Dios Todopoderoso de que, si Él estaba con ustedes, yo estaría con Él. Y después de eso, un dulce consuelo en mi alma”, citó la web.

Más tarde, el 15 de julio de 1863, el presidente Lincoln solicitó ante el Congreso un día nacional que es, aún en la actualidad, una de las fechas más significativas: El Día de Acción de Gracias por la paz y la reconciliación, a pesar de que esa tan ansiada paz tardaría un poco más en llegar.

Tradiciones de tal relevancia ponen de manifiesto las bases sobre las que fue asentado Estados Unidos, un país que debe su progreso a Dios. Ocasiones tan especiales como estas recuerdan al pueblo norteamericano la fe de sus antepasados y las promesas hechas al Señor.

Algunos expertos, como el autor Rod Gragg, libran una difícil batalla en una cultura secular. Él quiere demostrar, según explica un artículo publicado por protestantedigital.com, que Estados Unidos se fundó con principios religiosos basados en la Biblia, en cada aspecto de la vida. Algo de lo cual los cristianos no albergamos dudas.

Decadencia de los valores

No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia. Romanos 6:13.

Para quienes han seguido de cerca el proceso sociopolítico estadounidense en los últimos años, no es un secreto que esta base religiosa, que cimentó profundos valores en sus ciudadanos, parece haber estar sufriendo una profunda decadencia.

Palabras como honor, lealtad, respeto y fe son tan escasas en el mundo en el que vivimos, con sus constantes ajetreos y su ambición desmedida, que no es de extrañar que la superpotencia más admirada no sea la excepción.

¿Han contribuido, entonces, algunas de las medidas tomadas en los últimos años a que se haya propiciado una debacle espiritual?

Los mismos valores sobre los que se construyó el modelo social estadounidense exigen del primer mandatario nacional una moral intachable.  Sin embargo, la historia norteamericana guarda en su haber varios escándalos que ponen en entredicho este planteamiento. Uno de los más sonados es, desde luego, el del presidente Bill Clinton y Mónica Lewinsky, que salió a la luz en 1998.

Las noticias de la aventura extramarital del entonces líder del Ejecutivo nacional con una empleada de 22 años de edad de la Casa Blanca fue la comidilla de los medios de comunicación. La investigación resultante, muy promovida por el partido Republicano, llevó finalmente al juicio político por perjurio del presidente Clinton ante la Cámara de Representantes.No obstante, Clinton fue exonerado de todos los cargos.

Pero, el escándalo Lewinsky es sólo uno aislado entre muchos de los que se podrían nombrar. Más recientemente han salido a la luz detalles poco favorecedores del actual presidente de los Estados Unidos, el señor Donald Trump, quien se ha visto asociado con prostitución.

Según un artículo publicado por el diario El Mundo de España, en enero de este año, Trump pagó 130 mil dólares a una actriz porno por su silencio sobre un encuentro sexual, como parte de un pacto hecho en 2016, que le impedía hablar en público de sus relaciones con el gobernante. Así lo informó también el prestigioso medio The Wall Street Journal.

La página web del diario español asegura que Michael Cohen, principal abogado de la empresa de Trump, negoció el pago de la mujer, identificada como Stephanie Clifford, en octubre de 2016. Clifford, conocida en la industria del cine para adultos como Stormy Daniels, habría reconocido en privado que el encuentro tuvo lugar después de que ambos coincidieran en un torneo de golf en California en el verano de 2006, cuando Trump ya estaba casado con su actual esposa, Melania.

“El presidente no tiene ética, y está desconectado de una realidad alterna”, escribió James Comey, exjefe del FBI, autor del libro Una lealtad mayor: verdad, mentiras y liderazgo, citó The Washington Post. “Su liderazgo es transaccional, impulsado por el ego y sobre lealtad personal”.

Este comportamiento y sus consecuencias no pueden pasarse por alto. Como cristianos, las Escrituras nos exhortan a hacer uso de nuestros cuerpos con el cono conocimiento de que son templo y morada del Espíritu Santo. La Biblia nos dice que la prostitución es inmoral, según Proverbios 23:27-28. Dios prohíbe la participación con mujeres y hombres que venden sus cuerpos, porque sabe que tales prácticas son perjudiciales para nosotros.

Y es que el sexo sin respeto ni consciencia del propio cuerpo, el libertinaje propiamente dicho, destruye vidas, matrimonios, familias y países, porque “el cuerpo no es para la inmoralidad sexual sino para el Señor”.

Olvidarse de Dios

No opriman al extranjero, pues ya lo han experimentado en carne propia: ustedes mismos fueron extranjeros en Egipto. Éxodo 23:9.

Desde que Donald Trump anunció su candidatura para la presidencia de los Estados Unidos en el año 2016, su persona ha estado envuelta en toda clase de rumores y escándalos que han puesto en tela de juicio su capacidad para ejercer la gestión de la república.

Hoy, como primer mandatario nacional de uno de los países más ricos y poderosos del planeta, causa conmoción por algunas de las promesas y decisiones que ha manifestado en público. Una de ellas, y que ha sido motivo de intenso debate, fue el haber asegurado que construiría un muro para evitar el ingreso ilegal de latinos a territorio norteamericano.

El odio poco velado del presidente Trump hacia mexicanos y demás ciudadanos de origen hispano no es un secreto. Muchos países manifestaron en su momento la indignación ante una propuesta como esta, ya que Estados Unidos es un país famoso por su diversidad de culturas y por haber crecido gracias al aporte de inmigrantes.

Pero, recientemente, el primer mandatario se mostró convencido de poder conseguir fondos para la construcción del muro en la frontera con México, una barrera que “se está haciendo más larga, más alta y más fuerte cada día”, aseguró, según publicó en agosto el diario El Universal.

Muchos otros políticos y analistas, así como toda clase de miembros de la comunidad internacional, opinan que el controvertido muro de Trump no es más que una excusa para poner una barrera a la inclusión, y que las amenazas de deportación, son una forma de dejar clara su postura xenofóbica.

Dice Éxodo 23:9: “No opriman al extranjero, pues ya lo han experimentado en carne propia: ustedes mismos fueron extranjeros en Egipto”. Aunque también podemos encontrar muchos otros pasajes de la Biblia, que nos enseñan que no es malo el ingreso de extranjeros, sino que esto ayuda a diversificar y hacer prosperar una nación. “Al contrario, trátenlo como si fuera uno de ustedes. Ámenlo como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros“. Levítico 19:34.

Grandes horrores

No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. 1 Juan 2:15.

Michael T. Snyder, abogado, escritor y activista político comparte la opinión de que Estados Unidos está atravesando una grave debacle espiritual que podría ser la causa de muchos de sus problemas. “Estamos viviendo en una época en que los corazones se han vuelto muy fríos”, indica Snyder, agregando que los estadounidenses están tan desesperados por el dinero que harían casi cualquier cosa para conseguirlo.

El bloguero destaca que la pérdida de la espiritualidad y la moral es característica especialmente de los jóvenes de EE.UU. Snyder cita el ejemplo de una joven de 17 años de edad que llevaba un bebé muerto (que probablemente ella dio a luz) en una bolsa de compras en una tienda de lencería en Manhattan.

¿Responde esta serie de problemáticas a una desviación de los caminos de Dios? En la vida cristiana es normal que incluso quienes pregonan ser más rectos se alejen por momentos, fallen en su deber. Y, sí, digo “deber” porque, al consagrar la vida y el país al Señor tenemos una responsabilidad para con él, no sólo en tiempos de dificultades, cuando imploramos llorosos por su ayuda, sino también cuando vivimos entre bonanza.

Siempre nos debemos a Cristo. Por eso, también llama a reflexión dentro de nuestra comunidad la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos del año 2005, por un apretado margen de votación de cinco a cuatro, de prohibir los 10 mandamientos de la ley de Dios en las escuelas, ya que, según la ley estadounidense, esto viola la doctrina de separación entre la Iglesia y el Estado.

Pero, ¿acaso no debemos “instruir al niño en su camino para que, aunque fuere viejo, no se aparte de él?”.

La historia de Estados Unidos es un claro ejemplo de lo que ocurre cuando dejamos de lado los mandamientos de Dios y honramos las cosas del mundo. No debemos vivir apegados a modelos, ni idealizar a personas o sociedades, porque las riquezas, la belleza, la fama y el poder se esfuman rápidamente. Poner en un pedestal a algo efímero es olvidarse de Dios. “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro”. Mateo 6:24.

Sí, podemos copiar lo bueno, pero haciendo a un lado lo malo, con base en los preceptos de nuestro Salvador.

Por: Verushcka Herrera R – @vhequeijo.

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