Bebidas embriagantes ¿un brindis contra la salud?

por Revista Hechos&Crónicas

“Uno al año no hace daño” es una típica frase que se dice al ofrecer un trago pero que realmente no es del todo cierta. El alcohol mata a tres millones de personas anualmente en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud, y lo más grave, es que su consumo es aceptado y promovido en sociedad.

Los “colombianos beben más licor que agua embotellada”, ese fue el titular del diario económico Portafolio en 2017 para un análisis sobre el consumo de licor. La nota explica que “el consumo de alcohol en el país aumentó 10 litros por persona en los recientes seis años. El gasto es de casi 800.000 pesos al año por habitante”.

Un trago puede hacer la diferencia

La historia de muchos colombianos con el alcohol nace desde temprana edad. Todo empieza cuando el niño observa a sus padres o adultos beber alcohol, la curiosidad lo lleva a probar esta bebida que todos están tomando según un estudio de la corporación Nuevos Rumbos la edad de inicio en el alcohol es 12 años. En la adolescencia se refuerza el gusto por el alcohol debido a diversas causas socio-culturales reforzados, en gran medida, por la amplia difusión de la publicidad y patrocinio de deportes y/o otras actividades de entretenimiento por las empresas de bebidas embriagantes, el estudio indica que el 70% de los menores de edad han pedido a un adulto que les compren bebidas alcohólicas y el 66% de los jóvenes considera fácil o muy fácil conseguir alcohol.

La Organización Mundial de la Salud reporta que “más de una cuarta parte (27%) de los jóvenes de 15-19 años son bebedores. Las mayores tasas de consumo de alcohol entre los jóvenes de 15-19 años corresponden a Europa (44%), las Américas (38%) y el Pacífico Occidental (38%). Las encuestas escolares indican que, en muchos países, el consumo de alcohol comienza antes de los 15 años, con diferencias muy pequeñas entre niños y niñas”.

En la edad adulta ya no hay restricciones de edad que “impidan” adquirir este tipo de bebidas y tanto las fiestas como eventos sociales, casi siempre venden u ofrecen bebidas embriagantes.

“Mi carrera alcohólica comenzó a los 23 años, en estos momentos tengo 45 y todos estos años he estado bebiendo sin parar, no importaba cuál era el motivo de mis borracheras, si eran por penas o por alegrías, sin darme cuenta, con esta forma de vivir, fui perdiendo todo lo que se cruzaba en mi camino, trabajos, amigos, oportunidades para ser feliz. Me mentía a mí misma, pensando que la juventud me iba a durar para siempre, también fui apartándome de mi familia, pensando que no me hacía falta para sobrevivir”, cuenta Khalida, una marroquí que sufrió de alcoholismo, en el Boletín para Solitarios #41 de agosto de 2018 de Alcohólicos Anónimos Colombia.

El consumo de alcohol no solo puede destruirte sino también puede perjudicar las relaciones con los demás, los sueños, metas y el trabajo.

“Cuando hice contacto con el alcohol cambió mi mente, el alcohol me robó mi voluntad y, de una sola vez, me transformé en alcohólico crónico”, sostiene Armando en el Boletín para Solitarios de Alcohólicos Anónimos Colombia.

El alcohol y sus afectos en la salud

“El alcohol afecta a las personas y las sociedades de diferentes maneras, y sus efectos están determinados por el volumen de alcohol consumido, los hábitos de consumo y, en raras ocasiones, la calidad del alcohol. En 2012, unos 3,3 millones de defunciones, o sea 5,9% del total mundial, fueron atribuibles al consumo de alcohol.

El consumo excesivo de bebidas de este tipo también puede perjudicar a otras personas, por ejemplo, familiares, amigos, compañeros de trabajo y desconocidos. Asimismo, genera una carga sanitaria, social y económica considerable para el conjunto de la sociedad”, explica la OMS en su nota informativa sobre el alcohol fechada al 21 de septiembre de este año.

Por otro lado, una investigación denominada “Alcohol use and burden for 195 countries and territories, 1990–2016: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2016” (Consumo de alcohol y carga para 195 países y territorios, 1990–2016: un análisis sistemático para el Estudio de la carga mundial de la enfermedad 2016) y publicada por la revista científica Lancet determinó que tan solo una bebida alcohólica al día aumenta el riesgo de tener problemas de salud.

“El consumo de alcohol es un factor de riesgo importante para la carga de la enfermedad en todo el mundo, ya que representa casi el 10% de las muertes globales entre las poblaciones de 15 a 49 años de edad, y plantea graves consecuencias para la salud de la población futura en ausencia de medidas políticas en la actualidad.

La opinión generalizada de los beneficios para la salud del alcohol tiene que revisarse, en particular a medida que los métodos y análisis mejorados continúan mostrando cuánto contribuye el consumo de alcohol a la muerte y la discapacidad en el mundo. Nuestros resultados muestran que el nivel más seguro de bebida es ninguno”, subraya las conclusiones del estudio realizado por el Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud (IHME) y financiado por la Fundación Gates. Algunos científicos hicieron críticas al estudio debido a que “sus métodos no fueron convincentes”.

Sin embargo, la OMS advierte que “el consumo de alcohol es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos. Está asociado con el riesgo de desarrollar problemas de salud tales como trastornos mentales y comportamentales, incluido el alcoholismo, importantes enfermedades no transmisibles tales como la cirrosis hepática, algunos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares, así como traumatismos derivados de la violencia y los accidentes de tránsito”.

¿Qué dice la Biblia?

Las Sagradas Escrituras no condenan el consumo de alcohol pero sí su abuso. Proverbios 20:1 señala: “El vino lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente!” En esta misma línea, 1 Corintios 6:9-10 condena específicamente su consumo excesivo “¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios”.

En este sentido, La Biblia advierte de forma contundente sobre las consecuencias que deja el exceso del alcohol. En Proverbios 23: 29-33 ofrece una descripción sobre lo que le puede pasar a alguien que se excede con el licor “¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados? ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones y tu mente imaginará estupideces”.

No obstante, las Sagradas Escrituras también exaltan los beneficios de disfrutar el alcohol con moderación. En el Salmo 104:15 el vino que alegra el corazón, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida y en Eclesiastés 9:7 indica ¡Anda, come tu pan con alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras!

Por: David Bernal – @davidbernall

Foto: Freepik

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