Pluralismo e inclusivismo religioso, enemigos silenciosos

por Revista Hechos&Crónicas

Hoy, hablar sobre la exclusividad en cuestiones de fe, resulta un insulto en algunos ambientes incluido el religioso, entendiendo “religioso” como el esfuerzo del ser humano por acercarse a Dios. La fe verdadera reconoce que es Dios quien da los pasos necesarios para alcanzar al hombre, para que éste reconozca a Jesucristo como Señor y Salvador (Juan 14:6), mientras que, para el escéptico, no es razonable que Dios pida lealtad hacia Jesucristo para recibir el perdón de los pecados y la vida eterna.

En círculos religiosos se debate abiertamente la aceptación del pluralismo religioso como la verdad de que todas las creencias espirituales conducen a Dios. Pero, ¿qué tan cierta es esta afirmación? ¿Qué significa y propone el pluralismo religioso? Veamos el enfoque del pluralismo religioso.

De acuerdo con el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico, el pluralismo “es la libertad en el seno de una sociedad democrática para adscribirse, o no, y practicar, o no, una religión. Esta libertad fi gura, en su dimensión religiosa, entre los elementos esenciales de la identidad de los creyentes y de su concepción de la vida, pero también es un bien preciado por los ateos, los agnósticos, los escépticos o los indiferentes. Este pluralismo se ha conquistado a un alto precio a lo largo de los siglos, es consustancial a nuestra sociedad. Esta libertad supone, entre otras, la de adscribirse o no a una religión y la de practicarla o no”.

En términos más sencillos son “neutralidad, respeto y tolerancia” de un Estado a las convicciones religiosas. Se puede destacar que el desarrollo de la sociedad ha permitido la tolerancia y convivencia de diferentes creencias espirituales, en la mayoría de los países, y estas confesiones de fe han desarrollado sus diferentes prácticas de forma libre y voluntaria, pero también se pueden abandonar de la misma manera sin consecuencias sociales para el individuo.

El teólogo John Hick, reconocido defensor del pluralismo, dice al respecto “No hay simplemente un camino, sino una pluralidad de caminos de salvación… teniendo lugar de diferentes maneras dentro de los contextos de todas las grandes tradiciones religiosas” Sin embargo, para los defensores del pluralismo es intolerable que una persona pretenda afirmar que su religión sea el único camino a Dios.

El pluralismo ha permitido el crecimiento de las iglesias protestantes a lo largo de Latinoamérica en las últimas décadas; pero no solo las iglesias de sana doctrina han crecido, también lo han hecho las diferentes formas de pensamiento seudo-espiritual reencauchadas por medio de la nueva era y otras sectas.

Esta apertura de pensamiento y tolerancia ha permitido que cualquier tipo de práctica “religiosa” sin ningún sustento o doctrina derive en una secta de carácter destructivo. Uno de los ejemplos más destacados en n la historia reciente sobre las sectas y su manipulación con fines destructivos es la del Templo del Pueblo. El 18 de noviembre de 1978, los miembros del Templo del Pueblo dirigidos por James Warren Jones, más conocido como Jim Jones, condujo a sus más de 900 seguidores a una muerte por envenenamiento, incluidos a 276 niños.

Esta situación deja en evidencia que dicha apertura descontrolada necesita una regulación por parte de las sociedades y aún más una respuesta por parte del pensamiento protestante, esta debe ser sencilla pero profunda, cuando el pluralista afirma que no puede existir tal exclusividad de la verdad en ningún credo de fe y que, por tal motivo, todos tienen la verdad para acercarse a Dios. En pocas palabras, ninguna religión “excepto el pluralismo” tiene esa verdad, por lo tanto, lo que reclama es la exclusividad de la verdad solo para su corriente religiosa, es entonces, cuando el pluralismo religioso se transforma en una forma exclusiva de práctica religiosa.

En este sentido es el hombre posmoderno quien se ha caracterizado por el excesivo sentimentalismo al cambiar el razonamiento por el sentir, dando paso a lo que se conoce como el “Homo sentimentalis”. Este ha permitido el caldo de cultivo para que surjan posturas más peligrosas que se desprende del pluralismo que afectan a diversas comunidades de creyentes como el inclusivismo religioso.

Una tradicional, que afirma que cualquier religión es verdadera y que las demás terminan  siendo ciertas en la medida que coincidan con la primera. La segunda, el inclusivismo relativista, afirma que cualquier conjunto de pseudo verdades es completamente verdadero sin importar de dónde vengan, pues ningún ser humano ha encontrado la verdad absoluta, por lo tanto este conjunto “verdades” lo puede llevar a Dios.

Los defensores del inclusivismo predican desde el púlpito que Cristo es la única encarnación de Dios y que la salvación del pecado viene solo a través de su Persona y Obra. Sin embargo, niegan que se tenga que tener una fe explícita en Cristo para ser salvo. En otras palabras, el inclusivista afirma que Cristo es el único Salvador pero que no se tiene que saber ni creer nada sobre Él para ser salvo. Por lo tanto, una persona que de manera sincera practique cualquier credo de apariencia religiosa puede salvarse, incluso, si nunca ha oído hablar de Cristo siempre y cuando lleve una vida ética.

Esta postura es altamente peligrosa ya que, si todos los seres humanos alcanzan la salvación por medio de una vida ética, (Salvación por obras) no es necesario que las iglesias desarrollen proyectos de alcance evangelístico para alcanzar a los no creyentes, pues bajo esta perspectiva todos serian salvos, haciendo ineficaz el mandato recibido por medio de nuestro Señor en Mateo 28:18-20.

Las Escrituras hacen mención de ese tipo de enseñanzas que se infiltran en las  congregaciones en 2 de Pedro 2:1–3, allí hace referencia al tipo de enseñanzas contrarias a la Palabra de Dios y con las cuales los falsos maestros buscan destruir desde adentro. Se puede concluir que el pluralismo, si bien ha permitido abrir un camino para las iglesias de sana doctrina, también ha abierto una puerta que han aprovechado todo tipo de seudo religiones, sectas y falsos maestros.

Esta época ha sido donde la exaltación del sentimiento se ha puesto sobre la razón, lo que ha permitido que cualquier postura que parezca verdad sea aceptada por el hombre posmoderno sin ningún tipo de análisis pero que lo haga sentir cómodo siempre.

Este inclusivismo infiltrado dentro de las iglesias les roba su eficacia, invalidando el sacrificio de Jesús en la Cruz, y también les lleva a perder el interés por la evangelización. Por tal razón, cada creyente debe tener un compromiso sincero por el estudio juicioso de las Sagradas Escrituras y poner en práctica sus enseñanzas para que no caer en el engaño.

Por: Óscar Javier Salamanca.

Foto: Freepik (Foto usada bajo licencia Creative Commons)

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