No nos mareamos en el mar de lo nuevo

por Revista Hechos&Crónicas

Según un estudio de la Universidad de Cambridge, los jóvenes de las nuevas generaciones no confían en las instituciones ni en la religión formal: sólo un 30 % dice creer en Dios, pero “no el que presentan las religiones” para algo más de la mitad de ellos. Habitualmente dicen que prefieren creer en “algo”, “energías que los influyen”, por encima de lo que las religiones y la religión mayoritaria enseña. Sólo un 14 % dice creer en el Dios de la religión católica.

Algo más del doble son los que se definen como ateos. Un 29 % considera que “no existe Dios en absoluto”. Trabajar en esta generación que descree de Dios es un trabajo desafiante y creativo. Necesitamos cambiar las estrategias, las formas de comunicarnos con ellos. Ser asertivos y acertar en la forma de vincularnos con estas personas que piensan de otra forma.

Navegar en el mar de lo nuevo no es motivo para marearnos. Sólo es cuestión de fijar los ojos en la Cruz y conducir la nave hacia el Salvador, con la misma pasión y devoción, aunque presentando un peregrinaje diferente.

Tres ideas prácticas

Del estudio al diálogo.

Los estudios cuantitativos y cualitativos se limitan únicamente al planteamiento de soluciones. Si como Iglesia deseamos llegar a los jóvenes, tenemos que profundizar en el mundo de sus vivencias para iniciar un continuo diálogo con ellos. Y eso no se aprende con estudios. Hay que generar o crear un entorno de contacto permanente con los niños y adolescentes; un lugar en el que los jóvenes se sientan libres y estimulados para opinar. Que importen sus pensamientos, emociones y vivencias. La conceptualización de redención deberá tener aditamentos diferentes, pero el mismo protagonista, la misma historia de amor, la más grande de la humanidad.

Del convencimiento a la información.

Debemos ser capaces de ayudar a los jóvenes para que lleguen a nuestras mismas conclusiones acerca de la verdad. Deberían tener la posibilidad de recorrer el mismo proceso que el emisor, teniendo la confianza que los jóvenes llegarán a la misma conclusión que nosotros si se les ofrece esta posibilidad. Informar implica tener confianza. Los adultos deben aprender a confiar en los

jóvenes y a verlos como Dios los ve.

Del individuo al grupo. Los jóvenes están enfocados hacia el grupo y otorgan un gran valor al contexto social en el que viven. Dicho contexto se compone de tres grupos diferentes: la familia a la que pertenecen, sus amigos y la red más amplia de conocidos.

Todos estos círculos sociales son relevantes a la hora de comunicarse con la generación de jóvenes de hoy. Debemos tener clara la importancia de participar en este universo social en el cual se mueven los jóvenes. Hoy para educar hay que usar todos los recursos a nuestro alcance de modo coordinado. Todo esto tamizado siempre por la Palabra de Dios.

El cambio de paradigma es real. Necesitamos tener amplitud en nuestras metodologías de compartir el mensaje de Jesús y estar abiertos a los cambios que vienen, para compartir lo único que en la historia de la humanidad no cambia: Dios y su Palabra.

Por: Esteban Fernández, Pastor, Director del Ministerio Latino de Bíblica y presidente del ministerio de capacitación a líderes “Nuestra Fortaleza”.

Foto: Joshua Earle – Unsplash

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