¿Cansada de ser la ayuda idónea?

por Revista Hechos&Crónicas

Se levanta de madrugada, da de comer a su familia y asigna tareas a sus criadas. Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias planta un viñedo. Decidida se ciñe la cintura y se apresta para el trabajo. Se complace en la prosperidad de sus negocios, y no se apaga su lámpara en la noche. Proverbios 31: 15-18.

Cuando la Biblia narra el acróstico de la mujer ejemplar (Proverbios 31:10-31),  explica cada una de las cualidades de una esposa y mamá. La describe como una mujer trabajadora, enfocada en brindar lo mejor a su familia. En pocas palabras, una mujer que no descansa.

Parece exagerado, pero es así. Casi cualquier madre podría dar fe: para que un hogar funcione, la mamá debe ser una hormiguita trabajadora que no para en todo el día: levantarse temprano, preparar el desayuno, el almuerzo, alistar a los niños, llevarlos al colegio, salir a trabajar y correr en el trabajo para cumplir con todo. Al final de la tarde llegar a casa, recibir a los niños, consentir al esposo, las tareas, la comida, el aseo… en fin. No tiene tiempo ni para ella misma. ¿Cómo? Pero si una buena mujer debe permanecer hermosa y cuidadosamente arreglada.

Para algunos es machista y para otros, absurdo, que con tantos cambios que ha dado la sociedad, con el feminismo, la igualdad, etc., sea la mujer quien deba encargarse de la mayoría de tareas del hogar. Sin embargo, la Biblia lo indica (ojo que no indica que el esposo no debe ayudar) y por tradición, así sucede.

Todos queremos un hogar lleno de amor en el que nuestra pareja e hijos se sientan a gusto, pero tenerlos contentos a todos es agotador. Las necesidades de los hijos cambian con la edad, pero nunca se acaban. Los esposos también necesitan muchos cuidados. Los hombres, por más colaboradores que sean, también son muy demandantes. Y ni hablar si la mamá además trabaja fuera de casa. Llega un momento en que el estrés y el agotamiento se apoderan de esta pobre mujer y llega el colapso.

¡No puedo más!

¿Te sentiste identificada? Creo que todas hemos pasado por esto. Recientemente yo me sentí así. Tengo un hijo de cuatro años y una bebé de cuatro meses. Un esposo, un trabajo y una enfermedad metabólica. Así que tengo que levantarme cada mañana y envolverme en un trajín interminable que incluye suplir las necesidades de mi familia, hacerme cargo de mis obligaciones en el trabajo y ejercitarme para estar sana. Hace poco sentí que me ahogaba entre tantas obligaciones y decidí buscar ayuda. Fui diagnosticada con el síndrome de Burnout o agotamiento extremo.

El síndrome de Burnout se presenta cuando la persona ha estado sometida a un período de estrés intenso y prolongado, tanto desde el punto de vista físico como emocional y es más común de lo que se cree. Es popularmente conocido como el “síndrome del quemado” (por su significado en inglés) y se presenta ante cualquier trabajador que debido a su carga laboral, se “desgasta” de manera exagerada. Sin embargo, también descubrí que cada vez afecta a más mamás, (la Organización Mundial de la Salud estima que afecta al 70%) dato que me sorprendió. La razón es que sobre nosotras recae la mayoría de responsabilidades domésticas.

El portal Bebés y más, dirigido a nuevos padres,  asegura que aunque “el Burnout surgió como una forma de estrés laboral en profesionales bajo situaciones de gran tensión (médicos de cuidados intensivos, agentes de policía, bomberos, etc.), se extendió también a las madres, ya que representa lo que viven a diario muchas de ellas. Madres quemadas, cansadas y agobiadas”.

La psicóloga Violaine Guéritault estudia el ‘Burnout materno’ en su libro “El cansancio emocional y físico de las madres” después de haberlo vivido ella misma y logró identificar las causas más comunes:

  • El trabajo materno implica volver a hacer mil veces las mismas tareas. Tiene que lavar y limpiar. Todo vuelve a estar sucio algunos minutos más tarde, privando a la mujer de ese sentimiento de tarea hecha que da sentido y energía al trabajo.
  • Una madre vive numerosas situaciones sobre las que no tiene ningún control. Le gustaría ser capaz de proteger a su hijo de todo, pero a menudo se ve impotente.
  • Si hay algo que caracterice a los niños pequeños ese algo es la imprevisibilidad. Por mucho que la madre se planifique el día, lo más seguro es que sus previsiones acaben patas arriba. No es nada raro que, al llegar la noche, algunas madres, sintiéndose abatidas, lleguen a pensar que «no he hecho nada en todo el día».
  • A todo ello hay que añadir que una madre no tiene derecho a cometer errores. Ella misma se pone el listón muy alto, y se desespera al comprobar la diferencia existente entre el modelo de lo que querría ser y lo que vive cada día.
  • Y no sólo es la preocupación por el cuidado del hogar, también se suma la presión laboral para quienes tienen un trabajo fuera de casa y la presión social de ser “una madre perfecta” y sentirse juzgada por el entorno, lo que agrava aún más la sensación de frustración”.

¿Cómo superarlo?

La presión lleva a la mujer a sentirse agotada y sin deseos de continuar siendo esa ayuda idónea que toda familia necesita. Si te sentiste identificada, crees que padeces el síndrome de Burnout o quieres evitar padecerlo, ten en cuenta los siguientes tips de portal Etapa Infantil:

  • Tienes tantas cosas que hacer que probablemente no las cumplirás todas. Aprende a jerarquizar las tareas y prioriza aquellas que sean realmente importantes. Si al final del día no has hecho todo lo que tenías programado en tu agenda, no te agobies. No es necesario que seas una súper mamá.
  • Tiempo para ti. Entre el trabajo, el esposo, los niños, es difícil encontrar tiempo para ti, pero si no te lo propones, siempre terminarás relegándote a un segundo plano. Por tanto, asegúrate de reservar algunas horas para relajarte. Puedes dedicarlas a lo que más te apetezca, como ver una buena película, leer, cenar en pareja o darte un baño relajante.
  • Pide ayuda. Muchas quieren demostrar que son súper mujeres, y prefieren no pedir ayuda para no ser juzgadas. Pero no tiene nada de malo apoyarte en las personas más cercanas o contratar a alguien. De hecho, si repartes las tareas del hogar de manera más equitativa tendrás más tiempo para ti, estarás más relajada y la relación con tu familia mejorará.
  • Estilo de vida saludable. El estrés no solo es un problema emocional sino que también está determinado por tus hábitos de vida. Llevar una dieta sana, practicar actividad física y tomarte las cosas con más tranquilidad te ayudará.
  • Busca empatía. Es sano hablar con otros adultos, ojalá otras mamás que estén pasando por la misma situación. No para quejarse juntas, sino para reírse de lo que están viviendo y acompañarse a superar la situación.
  • Confía en Dios. Entrega tus fuerzas a Dios, relájate y confía en que Él tiene el control de todo. Por más que quieras, como esposa y mamá no podrás cumplir con todo, pero recuerda que tu familia y tú dependen de Dios, no de tus esfuerzos. Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán. Isaías 40:31.

Consejo para esposos e hijos: Una esposa y mamá necesita ser valorada y reconocida. No esperen a que sea día de la madre, háganlo con frecuencia para que sienta que todo su esfuerzo vale la pena, tal como lo dice la Biblia: Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba: «Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas». Proverbios 31:28-29. 

Foto: Zohre Nemati – Unsplash (Usada bajo Licencia Creative Commons)

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