Una de las premisas para seguir en lo que comúnmente se llama “la cresta de la ola” es mantenerse en ascenso. El liderazgo necesita seguir en progreso para influenciar de maneras efectivas a todo un abanico de personas. Y si hay algo que impacta es la permanencia.
Un buen líder sigue en ascenso
En tiempos tan competitivos como el nuestro, ascender puede ser un desafío muy grande para un líder. La innovación en tecnología, en métodos de psico-exámenes, de conocimientos múltiples en el desarrollo social, y del ámbito del trabajo, hace que la exigencia de un profesionalismo de alto rendimiento sea un requisito indispensable a la hora de evaluar candidatos a guiar a un grupo de personas.
En el ámbito de la iglesia, aunque haya quienes lo nieguen, sucede de igual manera. La mayoría reconocen que para alcanzar grandes logros hay que hacer grandes sacrificios, y en el liderazgo es una constante que suceda desde el comienzo del ministerio.
Esto produce una catarata de decisiones que involucran la pérdida de privilegios a costa de ganar oportunidades potenciales en el despliegue de un crecimiento que impacte vidas, y las ayude a cambiar para obtener mejores resultados.
Fue en esto, justamente en lo que pensé cuando dejé el liderazgo de una prestigiosa editorial cristiana que lideré por años. Habíamos editado uno de los libros de mayor venta después de la Biblia, con copias vendidas, que en ese momento excedían los 30 millones de ejemplares. Pero en mi corazón había algo que latía más fuerte: mi llamado ministerial. Primero fui pastor asociado, enseñé en seminarios, desarrollamos junto a mi esposa lo que denominamos “Nuestra Fortaleza”, equipando líderes de diversos puntos.
Más tarde el llamado a trabajar en la industria del libro nuevamente, pero esta vez en una de las casas editoras de Biblias más importantes, siempre con un ojo en equipar al liderazgo.
No fue fácil renunciar a mi puesto de vicepresidente de Editorial Vida. Pero estaba seguro, y hoy lo predico: “cuanto más alto subimos, más debemos renunciar”. Uno se debe a las personas que lidera. Estamos plenamente comprometidos a servir a quienes nos rodean.
Parafraseando a Martin Luther King, no me importa el ahora. Porque ya estuve en la cima de la montaña. Como cualquiera quisiera estar siempre allí, pero sé que donde me encuentre siempre buscaré escalar para estar más cerca del Dios que lo sabe y lo tiene todo. Solo quiero hacer la voluntad de Dios. Él, en su amor, me permitió alcanzar grandes logros humanos. Quienes lideramos sabemos que no hay éxito sin sacrificio. Para crecer es necesario menguar. Esta es la verdadera naturaleza del liderazgo heredado de Jesús.
Por: Esteban Fernández. Pastor y presidente para América Latina de Bíblica Internacional.
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