Racismo y esclavitud ¿Justifica la Biblia este tipo de prácticas?

por Revista Hechos&Crónicas

Los movimientos de extrema derecha que ganan fuerza hoy en el mundo suelen manifestar una nada disimulada inclinación hacia la xenofobia y el racismo. Tanto así que en Estados Unidos y con el guiño cómplice de su presidente Donald Trump, grupos nefastos como el Ku Kux Klan y otros de corte neo nazi obtienen prensa y exponen sin vergüenza y de  manera desafiante ante los medios de comunicación su filosofía, reforzándola con algunos de los retorcidos argumentos utilizados tiempo atrás por las iglesias bautistas de los estados del sur durante la guerra civil norteamericana para justificar en su momento la esclavitud de las poblaciones afrodescendientes, que era la base de la economía agraria de los estados confederados del sur.

La maldición de Cam

Muchas de estas iglesias, al igual que los esclavistas europeos, defendieron desde la Biblia el racismo implícito en la esclavitud de las poblaciones afrodescendientes apoyado fundamentalmente en una descabellada interpretación del episodio protagonizado por Cam, uno de los hijos de Noé que sobrevivieron al diluvio en el arca, narrado en Génesis 9:18-27; unido todo ello a la llamada “tabla de las naciones” de Génesis 10 que describe la distribución de los descendientes de Sem, Cam y Jafet, los tres hijos del patriarca Noé a lo largo y ancho del mundo conocido.

En lo que tiene que ver con Cam, la atención se centra en la maldición que Noé pronunció sobre él debido a la actitud irrespetuosa que mostró hacia su padre cuando éste se emborrachó y yacía desnudo en su tienda, siendo observado por su hijo Cam que, además de contemplar su desnudez, hizo burla de este hecho con sus otros dos hermanos a quienes fue a contarlo de inmediato. Cuando Noé despertó y se enteró de este acto, pronunció una maldición sobre su hijo y su descendencia afirmando que ésta sería esclavizada por la descendencia de sus otros hijos Sem y Jafet.

Y dado que en la tabla de las naciones de Génesis 10 se nos informa que la descendencia de Cam pobló, entre otros lugares, las regiones del norte de África; se concluye entonces con una pasmosa ligereza e ignorancia que esta maldición halla su cumplimiento en la esclavitud de las poblaciones africanas a manos de las poblaciones europeas y sus colonias que tuvo lugar en la modernidad, añadiendo a ello el arbitrario argumento sin fundamento alguno de que la piel «negra» sería la marca de la maldición de Cam; esclavitud que quedaría así justificada como algo merecido y en la que los opresores únicamente estarían siguiendo el libreto, sin tener que cuestionarse al respecto ni experimentar ningún reato de conciencia.

Lo que pasan por alto de manera  imperdonable estos improvisados y sesgados intérpretes de la Biblia es que esta maldición tuvo ya cumplimiento en la descendencia de Cam a través de su hijo Canaán, que es de manera más exacta quien fue maldito por Noé, quien fue el progenitor de todos los pueblos cananeos que fueron derrotados y exterminados y cuyos reductos de sobrevivientes fueron sometidos por los israelitas en la conquista de Canaán a manos de Josué y el posterior dominio ejercido por los hebreos, descendientes de Sem, sobre los pueblos cananeos, en especial durante la época de la monarquía bajo el reinado sucesivo de Saúl, David y Salomón.

El racismo y la Biblia

Por lo anterior, interpretar este pasaje en términos de prejuicio racial o como justificación de la esclavitud es totalmente equivocado. De hecho la Biblia ha estado desde el comienzo en contra del racismo y de la esclavitud. Veámoslo con un poco más de detalle refiriéndonos en primer lugar al racismo, en relación con el cual Cain Hope Felder nos informa que: “Los eruditos de hoy generalmente reconocen que los hebreos bíblicos probablemente emergieron de una amalgama de razas más que de alguna estirpe racial pura”. Algo que es bueno saber en una época en que la noción de “raza” se ha vuelto ofensiva en vista de todas las atrocidades cometidas a lo largo de la historia en nombre de ella y en contra de nuestra compartida y solidaria condición humana, heredada de nuestros primeros padres Adán y Eva.

Comenzando porque en la remota antigüedad la instrucción divina de fructificar, multiplicarnos y llenar la tierra dada a nuestros primeros padres no establecía restricción “racial” alguna para la obediencia a este precepto divino. Asimismo, la ya mencionada “tabla de las naciones” no obedeció a consideraciones discriminatoriamente racistas, sino que sigue más bien la lógica implícita en la necesidad de poblar el mundo con arreglo a la planificación divina para ello. Asimismo, la temprana acogida a los extranjeros establecida por Dios para su pueblo y consagrada de muchas maneras en la ley mosaica muestra que la genética no fue nunca el principal criterio para determinar la inclusión de alguien dentro del pueblo de Dios, sino el reconocimiento y obediencia al Dios vivo y verdadero revelado a Israel en el Antiguo Testamento y al mundo en general en el Nuevo Testamento en la persona de Cristo.

Justamente, para señalar el carácter no discriminatorio de Dios por motivos raciales o de sexo, en la genealogía de Cristo figuran dos extranjeras: la prostituta cananea Rajab y Rut la moabita, sin mencionar el probable origen también cananeo de Tamar. Y si no fuera suficiente, el concepto de raza queda abolido en el evangelio, en el que: Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Gálatas 3:28, en virtud de la fe que nos vincula con Abraham en un plano superior al establecido por la genética o la cultura.

Esclavitud y cristianismo

Y en cuanto a la esclavitud, condición muy común y generalizada en las grandes civilizaciones antiguas, incluyendo al imperio romano en el primer siglo de la era cristiana en el que la situación del esclavo era particularmente desdichada y un buen número de la población pagana sufría esta condición, si bien es cierto que en el Antiguo Testamento la ley mosaica no prohibía la esclavitud, también lo es que incorporó numerosas medidas para reglamentarla y volverla mucho más humana que en las culturas circundantes de Israel y que, en conexión con estos preceptos e instrucciones al respecto, el Antiguo Testamento nunca la consideró algo legítimo en vista de la liberación de la esclavitud egipcia efectuada por Dios a favor de su pueblo en cabeza de Moisés.

En el Nuevo Testamento, aunque el Señor Jesucristo nunca se manifestó expresamente en contra de la esclavitud, Pablo si lo hace de manera implícita en sus epístolas. Pero más que prohibirla o condenarla abruptamente prefiere seguir la línea iniciada en el Antiguo Testamento de suavizar los tratos entre amos y esclavos en el marco de la fraternidad cristiana, sembrando el fermento que culminará en la abolición de la esclavitud en el mundo antiguo, del mismo modo en que la moderna esclavitud y discriminación racial de las poblaciones afrodescendientes por parte de naciones nominalmente cristianas fue combatida y abolida también por cristianos comprometidos como Abraham Lincoln, William Wilberforce y Martin Luther King, entre otros, de donde nunca se podrá apelar a la Biblia rectamente entendida para defender la legitimidad ni del racismo ni la esclavitud asociada a él.

Por: Arturo Rojas. Director de la Unidad Educativa Ibli Facter de la iglesia Casa Sobre la Roca, Bogotá.

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