Hace unos días tuve la oportunidad de participar en una charla para empresarios donde conversamos acerca de emprendimiento. Como parte de la audiencia, además de emprendedores también asistieron empleados. Al final de la reunión, uno de ellos me hizo una pregunta: “Soy ingeniero y amo mi profesión, por temas de inmediatismo y por cubrir los gastos de la casa he tenido que dedicarme ya por varios años a otras cosas que, la verdad, no me gustan, quisiera salir a emprender y hacer lo que me apasiona, pero no he podido…
¿Cuál es el tiempo límite sugerido que debería esperar para arriesgarme y salir a perseguir mi sueño? Creo que esta es una pregunta muy común sobre todo en aquellos que quieren emprender y que me hizo reflexionar sobre cuál debería ser el enfoque correcto y qué recomendaciones deberíamos tener en cuenta a la hora de emprender que respondan a preguntas como: ¿cuándo debo dar el paso?, ¿Quiero emprender, pero no sé en qué?, ¿Cómo empiezo?, ¿Será que soy capaz?
Para estructurar una respuesta accionable es importante repasar brevemente el concepto de emprendimiento. El emprendimiento es un término que se utiliza para describir la actividad de crear y desarrollar un nuevo negocio o proyecto. El objetivo del emprendimiento es identificar una oportunidad en el mercado y desarrollar un producto o servicio que satisfaga una necesidad o un problema que exista en la sociedad. El concepto de emprendimiento ha existido durante siglos, aunque se ha popularizado en los últimos años debido no solo a la pandemia global sino también al aumento del interés por la innovación y la creatividad en los negocios.
El término proviene del francés “entrepreneur”, que significa “hacer algo” o “emprender algo”. Existen diferentes tipos de emprendimiento, como el emprendimiento por oportunidad, que surge de la identificación de una oportunidad puntual en el mercado que puede ser explotada para generar un negocio rentable. El emprendimiento por necesidad, que surge de la necesidad de encontrar una forma de ganarse la vida debido a la falta de oportunidades en el mercado laboral o por coyunturas que obligan a una transformación del negocio.
También está el emprendimiento social, que busca solucionar un problema social o ambiental mediante la creación de un negocio sostenible que genere impacto positivo en la comunidad y el emprendimiento tecnológico, que se enfoca en la creación de soluciones tecnológicas innovadoras para resolver problemas en diferentes áreas.
Podemos decir entonces que el emprendimiento es importante y positivo, En primer lugar, los emprendedores crean nuevos empleos y generan riqueza económica en sus comunidades. Además, son una fuente de innovación y creatividad que pueden generar soluciones a problemas sociales y ambientales. El emprendimiento puede ser una fuente de inspiración para otras personas y puede fomentar una cultura empresarial que promueva la creatividad y el progreso en la sociedad; pero a este concepto debemos agregarle un componente determinante, el propósito empresarial: en Colombia según estadísticas se crearon en 2022 más de 256,000 empresas, las micro empresas representan el 90 % del tejido empresarial del país y generan el 80 % de los empleos, pero también vemos que el porcentaje de mortalidad empresarial es muy alto, por ejemplo el 56 % de las startups fracasan, dentro de las razones principales esta la falta de un plan de negocio sólido, deficiencias en el manejo financiero y de endeudamiento, diseñar soluciones que no se necesitan y, a mi criterio, una de las más graves que es la falta de claridad en el propósito empresarial es decir ¿Para qué hago lo que hago?
Si quiero saber cuándo debo dar el paso para iniciar mi empresa, no basta con saber que soy bueno en algo o que me sentiría realizado con hacer esto o aquello, primero que todo lo que debería tener claro es ¿Qué dice Dios al respecto?, cómo lo dijo el Pastor Charles Stanley, quien partió a la presencia del Señor el pasado 18 de abril a sus 90 años, dejando un legado impresionante de sabiduría y servicio, “la oración no es para cambiar la voluntad de Dios, sino para descubrirla”.
Con un propósito claro alineado desde la perspectiva de Dios lo demás es mucho más sencillo, al tener un camino trazado, voy a tener la capacidad de establecer metas claras y medibles, entender los tiempos, involucrar a empleados, fomentar una cultura de propósito que va más allá de un deseo empresarial, todo cambia porque ahora Dios está al timón.
Puntos indispensables que responden a muchas de las dudas que cualquier futuro emprendedor necesita resolver antes de dar el paso:
1- Tener claro mi propósito empresarial bajo la perspectiva de Dios: ¿Para qué existe mi empresa? ¿Qué quiere hacer Dios con ella? ¿Cómo estoy ayudando a los demás?
2 – Estar seguro de que mi producto o servicio este satisfaciendo de manera innovadora una necesidad real del mercado.
3 – Tener un plan de negocio claro, estructurado y fácil de explicar a clientes y asociados, debe incluir objetivos, tiempos precisos, presupuestos, evaluaciones de riesgo entre otras.
4 – Equipo Sólido. Debo tener colaboradores no solo talentosos, sino que compartan la visión empresarial, personas idóneas en los roles correctos.
5 – Networking. Es importante establecer y mantener relaciones comerciales fuertes con otros empresarios, inversores y expertos en la industria.
6 – El cliente debe ser el centro de mi estrategia, su experiencia es vital para la supervivencia de mi empresa.
7 – Si no sabe algo, pregunte, busque ayuda, hay muchos empresarios y recursos que están a disposición, es mejor buscar ayuda que improvisar.
8 – Profundice en su relación con Dios, esto le dará siempre la guía adecuada y la visión renovada para afrontar los desafíos que se seguro se presentaran en el camino.
Por: Andrés Izquierdo. Diácono y Director del ministerio Ejecutivos & Empresarios de Casa Sobre la Roca Sabana Norte.
Foto: Freepik (Foto usada bajo licencia Creative Commons)
1 comentario
Gracias por tratar el tema de emprendimiento.
Estamos comenzando y esos consejos ayudan mucho.
Dios permita sigan tratando estos temas