La Pascua: cuando murió Jesús

por Revista Hechos&Crónicas

Con la llegada de una nueva Semana Santa, es bueno recordar la muerte y la obra del nazareno, gracias a la cual tenemos entrada en el Nuevo Pacto, concepto que no entenderían muchos de sus contemporáneos.

Llega la Semana Santa, también conocida como la ‘Pascua Cristiana’. Tal vez sea la festividad litúrgica más celebrada, al lado del ramadán islámico. Para algunos, será la oportunidad para viajar en familia; para otros, la ocasión de quedarse en casa para disfrutar de la habitual programación sobre la vida de Jesús. Y aunque mucho se haya acotado sobre el tema, vale la pena una crónica sobre el significado de estos hechos.

Reconstruir con exactitud algunas fechas de la vida y muerte del Mesías resulta difícil. Lo cierto es que cuando el Nazareno fue crucificado, era la víspera de la pascua del año 27 o 29, y el ambiente político y religioso en Judea estaba muy caldeado, por cuenta de la ocupación romana que explotaba a los judíos con ignominiosos impuestos.

En el ámbito político, Tiberio era el emperador romano. Había nombrado como gobernador en Palestina a Herodes Antipas; y a Poncio Pilatos en la provincia de Judea. Aunque Jesús era galileo (palestino), su ministerio lo desarrollaba principalmente en Jerusalén (Judea). Ante las autoridades romanas auto-proclamarse rey significaba una rebelión al dominio del césar; sin embargo, la oposición más grande al mensaje del evangelio provendría del propio estamento sacerdotal judío.

El sanedrín, o concilio liderado por el Sumo Sacerdote, no veía en Jesús al Mesías sino a una especie de subversivo que enardecía las masas en contra del statu quo, como cuando criticaba a los fariseos, a quienes acusaba de “colar el mosquito y dejar pasar el camello”. A Jesús no le interesaba el poder religioso. Su mensaje, con frecuencia en parábolas, invitaba a reconciliar la naturaleza caída del hombre, a través del mensaje del Reino, en el cual la obediencia al Padre se lograría por gracia, antes que por castigo. Su venida no era novedad, pues en el tanaj judío había sido anunciada por Isaías, entre otros profetas.

Si este mensaje resultó extraño a la clase sacerdotal, también lo fue para la mayoría del pueblo, el cual, a pesar de ser seguido por multitudes, esperaba un caudillo que le librara del dominio romano, antes que un mensaje de salvación. Por ello le preguntaban, entre otras cosas, si debían o no pagar impuestos al césar.

No parece casual que el sacrificio del Mesías haya coincidido con la fiesta judía de la Pascua. La Pascua, ó Pésaj, es una de las tres festividades judías ‘de peregrinaje’ (junto con Pentecostés y Tabernáculos) y rememora la salida del pueblo escogido de la esclavitud en Egipto, y su tránsito hacia la tierra prometida. En esta fiesta, que duraba siete días, se comía pan sin levadura y carne de cordero, el cual se sacrificaba y su sangre era untada en los dinteles de las casas como símbolo de protección. En aquella Pascua, Jesús se convirtió en el cordero, y su sangre liberó a la humanidad de la muerte y del enemigo.

¿Por qué crucificaron a Jesús?

Al margen de que la muerte del Mesías obedeciera a un plan profético de Dios, y fuera necesaria para cumplir con el noble propósito de ofrecernos la salvación, su condena resultó la más injusta de cuantas se hayan proferido en la historia, producto de un “juicio” que causaría repudio a los pueblos civilizados de la tierra. De los cuatro Evangelios, los que mayores detalles nos traen son los de Lucas y Juan.

Todo inició con la perfidia de los príncipes, de los sacerdotes, los ancianos y los escribas judíos, quienes fraguaron un plan para engañar y asesinar a Jesús. Finalmente encontraron a Judas Iscariote, quien se vendió por 30 monedas de plata (algo así como 300 denarios), para traicionar a su maestro, entregándolo en el Monte de los Olivos; pues en un acto público hubiesen provocado a la multitud que lo seguía.

A la mañana siguiente lo condujeron al concilio del sanedrín, donde sacerdotes, escribas y ancianos buscaban levantarle falso testimonio para entregarlo ante el gobernador romano Poncio Pilatos, con el fi n de que este le condenara a muerte. Los romanos permitían a los judíos administrar justicia, excepto para la aplicación de la pena de muerte. El clero judío debía convencer a Pilatos de la ocurrencia de un delito muy grave. Finalmente acusaron a Jesús de “pervertir la nación, y vedar los tributos al césar, autoproclamándose rey de los judíos”. Pilatos, después de escucharlo, respondió: “ninguna culpa hallo en este hombre”.

Y, como en cada pascua acostumbraba liberar a un judío, aprovechó para ofrecer a Jesús. Sin embargo, los sacerdotes y escribas manipulaban al pueblo para que pidiera a Barrabás. Presionaron al gobernador acusándole de contrariar al Cesar, único rey a quienes los judíos supuestamente adoraban, Pilatos intentó pasar la decisión a Herodes, gobernador de Palestina, pero este tampoco encontró mérito para condenarlo. Finalmente, Pilatos se lavó las manos y permitió que el clero y el pueblo judío consumaran su iniquidad.

Judas Iscariote, poco después de entregarlo, se arrepintió de su traición y devolvió las 30 monedas de plata al Templo (dinero conseguido por contribuciones de fi eles al Templo), pero el Sumo Sacerdote, continuó con el plan de quitar la vida a Jesús. Judas se ahorcó, dando razón a Jesús, respecto a que “mejor le hubiera sido no haber nacido”. Jesús resucitó, demostrando que realmente era el Mesías, y ascendió a los cielos donde se encuentra a la diestra del Padre, dejándonos el Consolador para redargüirnos (impugnarnos) de pecado, de justicia y de juicio, hasta cuando Él vuelva. En aquellos tiempos, muchos judíos prefirieron ser fieles al estamento religioso, antes que al testimonio del Salvador. Por ello, en el año 70, se cumpliría la profecía de Jesús sobre la destrucción del templo cuando los judíos intentaron rebelarse del Imperio Romano, fueron brutalmente reprimidos y se produjo la diáspora, por la que debieron refugiarse en el resto del mundo; y del Templo no quedó “piedra sobre piedra que no fuera derribada”.

Artículos relacionados

1 comentario

Teresa Barriga 8 de abril de 2023 - 11:15

Excelente
edición Dios sobre y abunde en sus vidas

Responder

Dejar comentario

Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?
¿Chatea con nosotros?