Antioquía, terremoto en la ciudad bíblica

por Jennifer Barreto

Una de las zonas tectónicas más activas del planeta, fue sacudida por tres fuertes sismos que mecieron la placa de Anatolia, delimitada al norte por la placa Euroasiática y al sur y este por las placas Africana y Árabe, que comprimen el territorio de Turquía en frontera con Siria. Por lo menos 47 mil personas perdieron la vida.

El mes pasado una noticia conmocionó al mundo: en horas de la madrugada, mientras muchos dormían, dos grandes terremotos de 7,5 y 7,8 grados en la escala de Ritcher sacudieron la provincia de Gaziantep, la sexta ciudad más grande de Turquía, situada al sur del país junto a la frontera con Siria, donde también hubo destrucción y miles de muertes. Con una profundidad de solo siete kilómetros, el impacto fue catastrófico. Martin Griffiths, actual Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia en la ONU, describió el devastador sismo terremoto como el “peor evento en 100 años” en la región. Dos semanas después se presentó otro fuerte seísmo de 6,3 en la provincia de Hatay, en Turquía.

Enfoquémonos en Antioquía

Si ubicamos la zona del epicentro en el mapa, vemos que Antioquía junto con Malatya y Sanliurfa sufrieron las consecuencias de los seísmos de la falla de Anatolia Oriental, según informó el Servicio de Gestión de Emergencias de Copernicus.

¿Qué pasó en Antioquía y cuál es su importancia? David Guzik, en su comentario bíblico Endurig World, explica que “Antioquía fue fundada alrededor del año 300 a. C. por Seleuco I, uno de los herederos del imperio de Alejandro Magno. Se llamó así por su padre Antíoco. En el primer siglo era una ciudad de más de medio millón de personas; hoy es una provincia turca que quedó destruida por el terremoto.

Antioquía estaba a unas 300 millas (480 kilómetros) norte de Jerusalén y a unas 20 millas (32 kilómetros) tierra adentro desde el mar Mediterráneo. Muchos consideraban a Antioquía Siria como la tercera ciudad más grande del Imperio Romano, tras Roma y Alejandría. Esta fue apodada como «la hermosa corona de Oriente» conocida por sus negocios, comercio, sofisticación, cultura, pero también por su inmoralidad”.

Según Charles Swindoll en su libro: “Pablo, un hombre de gracia y firmeza”, en Antioquía no había conocimiento de Dios ni de las Escrituras. “No solo estaban los gentiles llegando a las filas del cristianismo desde una extracción completamente no judía, sino que también estaban corrompidos por la decadencia moral que había en la Antioquía del primer siglo… Su centro, era una ciudad enorme de cerca de medio millón o más personas, conocidas por su afición a las carreras de cuadrigas (carros jalados por caballos), las apuestas, al prostitución, la política gubernamental corrupta y una disolución moral desenfrenada. Es posible que hayan sido esos los placeres tentadores los que originalmente atrajeron a muchos de los nuevos convertidos a la ciudad. La adoración a Dafne (ninfa de los árboles) estaba allí. Su templo quedaba a ocho kilómetros afuera de la ciudad y era la sede de una cantidad de sacerdotisas prostitutas. La frase, “la moralidad de Dafne” tuvo su origen en la letrina descaradamente  inmoral que era Antioquía”.

Hechos 11 narra que después de la persecución que siguió el martirio de Esteban, algunos de los discípulos fueron a Antioquía, y predicaron a los judíos. Otros discípulos llegaron y predicaron a los griegos, y después de numerosas conversiones la iglesia de Jerusalén mandó a Bernabé. Cuando vio la situación fue a Tarso, donde estaba Saulo (Pablo), y enseñaron en la ciudad por más de un año. Miguel Wickham, profesor de Geografía en Oxford, Barcelona y Madrid, especialista en cambio climático y el cuidado de la creación de Dios, resalta lo significativo que la transformación de las personas por el evangelio de Cristo no solo impulsó el primer viaje misionero (Hechos 13:1),“sino fue el origen de la primera ofrenda de ayuda humanitaria de una comunidad cristiana a los habitantes de Judea, que estaban sufriendo una importante hambruna (Hechos 11:27-30)”, explica el experto.

Antioquía fue una ciudad importante en los viajes misioneros del apóstol Pablo, y posteriores esfuerzos evangelísticos. Las excavaciones arqueológicas han descubierto por lo menos 20 iglesias en el lugar (Antatyka) del siglo 4”. “El historiador británico Paul Johnson lo considera como la fi gura más importante de la especie humana en los últimos 2000 años. Pablo es el sistematizador del cristianismo, el creador de la Civilización Cristiana Occidental ¿por qué? Porque se despojó a sí mismo. De lo contrario, habría pasado a la historia como un vulgar asesino de gentes indefensas. Después de tantas vueltas en su vida, tanto dinero, tanta importancia, tanta política, tanta erudición, Pablo pudo decir: Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo. Filipenses 3:7-8”, escribe el pastor Darío Silva-Silva en su libro “Las llaves del poder”.

El terremoto de Turquía y Siria es “justicia divina”

Varias agencias internacionales y medios israelíes difundieron las declaraciones del rabino jefe de Safed, Shmuel Eliyahu, quien afirmó en su columna publicada en el periódico conservador religioso ‘Olam Katan’ que el terremoto de Turquía y Siria es un “castigo divino” que “limpia el mundo y lo hace un lugar mejor”.

Ante el tema dijo: “Dios está juzgando a todas las naciones del mundo que quisieron invadir nuestra tierra varias veces y arrojarnos al mar”. “Siria ha maltratado a sus judíos durante cientos de años (…) y ha invadido Israel tres veces con la intención de asesinar y destruir”, reseñó.

Lo que la Biblia dice…

¿Podría Dios prevenir los desastres naturales? Sí. ¿Es verdad que Dios puede influenciar en el clima? También (ver Deuteronomio 11:17 y Santiago 5:17).  ¿Es cierto que a veces los desastres naturales se dan por consecuencia del pecado? Sí, (ver Números 16:30-34). ¿Eso significa que cada desastre natural es un castigo de Dios? Por supuesto que no.

GotQuestions.org explica lo siguiente: “De forma muy parecida a la que Dios permite que la gente mala cometa actos malvados, Dios permite que la tierra demuestre las consecuencias que tiene el pecado sobre la creación. Romanos 8:19-21 dice: La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la  frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. La caída de la humanidad en el pecado tuvo efectos en todo, incluyendo el universo que habitamos. Todas las cosas en la creación fueron sujetadas a la “vanidad” y a la “corrupción”. El pecado es la causa final de los desastres naturales, así como lo es la causa de la muerte, la enfermedad y el sufrimiento.

Podemos entender por qué ocurren los desastres naturales. Lo que no comprendemos es por qué Dios permite que ocurran. Por un lado, tales acontecimientos sacuden nuestra confianza en esta vida y nos obligan a pensar en la eternidad. Por lo general, las iglesias se llenan después de los desastres a medida que la gente se da cuenta de lo frágil que es su vida y de cómo la vida puede ser quitada en un instante. Lo que podemos saber es esto… ¡Dios es bueno! Hay muchos milagros asombrosos, que ocurren durante el proceso de desastres naturales evitando una mayor pérdida de vidas. Los desastres naturales causan que millones de personas reevalúen sus prioridades en la vida. Cientos de millones de dólares en ayuda son enviados para auxiliar a la gente que está sufriendo. Los ministerios cristianos tienen la oportunidad de ayudar, ministrar, aconsejar, orar y guiar a la gente a la fe salvadora en Cristo. Dios  puede, y efectivamente trae grandes cosas buenas como resultado de terribles tragedias (Romanos 8:28).

“En la ciudad bíblica de Antioquía ahora hay nuevas ruinas de casa, hospitales, e iglesias por el efecto del terremoto, y una apropiada respuesta es que la comunidad internacional y las iglesias en todo el mundo ayuden a los habitantes de la zona, demostrando el cambio en el corazón que se experimenta al conocer a Cristo”, dice Miguel Wickman.

Foto: Archivo particular. 

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