Mi hijo es popochito

por Revista Hechos&Crónicas

No hay nada más hermoso que un bebé con bracitos y piernitas regordetas. Esa edad de dos a nueve meses es totalmente encantadora. Precisamente me recuerda a mis hijos cuando pasaban por esa etapa “espichable”, parecían dos muñequitos de algodón con muchos pliegues que a la hora del baño debían limpiarse bien.

Según los especialistas, esa contextura “rellenita” y grasa es totalmente normal, es la encargada de proporcionar calor.

Los pediatras aseguran que un recién nacido tiene hasta 15% del total de su masa corporal y que decrece casi 25% después del nacimiento hasta aproximadamente los nueve meses; después del año, la grasa se reduce poco a poco, es ahí cuando muchos padres tienden a sobrealimentarlos (les dan más comida de lo habitual) para que “no se enflaquezcan y se vuelvan paliduchos”, como lo dicen algunos.

¿“Relleno”= nutrido?

“Siempre creí que un niño saludable era aquel de apariencia fortachona, gruesa, pesada y con cachetes rosados. Yo sufro de sobrepeso. Cuando tuve a mi hijo Sebastián, a los dos años era muy popochito y gordito. Su cara era divina, todos tenían que ver con sus brazototes y piernototas.

Sin embargo, cada vez que iba al médico, el pediatra me halaba las orejas porque mi ansiedad por comer había afectado la nutrición de Sebas, quien además de comida casera, comía ponqués, dulces, paquetes, chocolates, gaseosas, etc., golosinas que muchos niños aman y a la vez matan. Hoy a sus cinco años de edad, tiene que lidiar con sobrepeso… si no lo cuido, el endocrinólogo ya me advirtió que en unos años podría tener diabetes”, cuenta Amparo Cuervo a la revista H&C.

La obesidad es un problema de salud pública que repercute negativamente en la salud de niños, jóvenes y adultos en el mundo, su tratamiento cuesta millones de pesos a los gobiernos de distintos países.

Luis Fernando Gómez, médico y profesor del Departamento de Medicina Preventiva en la Universidad Javeriana de Bogotá, aseguró a Caracol Radio que “en un periodo de cinco años, la tasa de obesidad escolar en Colombia incrementó del 18% al 24%, lo cual significa un aumento de cinco alarmantes puntos porcentuales. Del mismo modo, a lo largo del globo terráqueo, la obesidad escolar ha registrado cifras alarmantes nunca antes vistas.

En Estados Unidos 25.000 niños menores de 18 años han desarrollado diabetes tipo 2, lo cual ha sorprendido debido a que este tipo de diabetes es exclusiva de adultos mayores. Sin embargo, la obesidad infantil no solamente acarrea problemas de salud, sino de baja autoestima y depresión debido al cambio en la apariencia física”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que “hay unos 43 millones de menores de cinco años obesos o con sobrepeso. Si se mantienen las tendencias actuales, el número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para 2025”. Por esta razón, la prevención se ha convertido en el principal caballo de batalla para evitar que esta “epidemia” siga causando estragos en el mundo.

Consejos de Harvard para que sus niños no sean obesos

Un estudio realizado por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y publicado en la revista The BMJ, revela cinco hábitos que han demostrado reducir hasta 75% el riesgo de obesidad de los futuros hijos de mujeres embarazadas, y, que si estos son seguidos juiciosamente tanto por la madre como por el hijo, dicho riesgo disminuiría hasta 82%. Atento a la lista de consejos:

  1. Mantenerse alejados del cigarrillo

Usted se preguntará: ¿qué tiene que ver el cigarrillo y la obesidad? Un estudio del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer reveló nuevas pruebas sobre la relación entre la obesidad y el tabaco: a más kilos, más posibilidades de fumar. La investigación publicada en el British Medical Journal y financiada por Cancer Research UK, descubrió que el aumento en el índice de masa corporal, el porcentaje de grasas en el cuerpo y la circunferencia de la cintura están vinculadas tanto con un riesgo mayor de ser fumador como con el número de cigarrillos consumidos a diario.

  1. Dieta saludable

Según la OMS, una buena nutrición “es la ingesta de alimentos en relación con las necesidades dietéticas del organismo, es un elemento fundamental de la buena salud. Una mala nutrición puede reducir la inmunidad, aumentar la vulnerabilidad a las enfermedades, alterar el desarrollo físico y mental, y reducir la productividad”.

  1. Hacer ejercicio de forma regular (más de 30 minutos al día con una intensidad moderada)

El ejercicio es importante para tener una vida saludable. Si diariamente hace al menos media hora, prevendrá problemas de salud, aumentará la fuerza, energía y le ayudará a reducir el estrés.

  1. Tener un peso saludable

El índice de Quetelet o Índice de la Masa Corporal (IMC) es un indicador antropométrico que se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre la estatura en metros elevada al cuadrado (IMC=kg/m2). La OMS sugiere que el IMC “normal” se considera entre 18.5 y 24.9.

  1. Consumo moderado de alcohol

Según el portal de salud Medline, el alcohol puede causar aumento de peso en dos formas: 1. El alcohol tiene un alto contenido calórico. Algunas bebidas mezcladas poseen la misma cantidad de calorías que una comida, pero sin los nutrientes. 2. Tomar más de la cuenta. Según la OMS, el exceso de bebidas embriagantes, aumentan el riesgo de padecer diferentes enfermedades, problemas sociales y accidentes de tránsito que en muchos casos conllevan a la muerte.

Conclusión del estudio

Qi Sun, profesor asociado del Departamento de Nutrición de la Universidad de Harvard y autor principal del trabajo, asegura que el estilo de vida general de las madres tiene un papel crucial en la salud futura de los hijos, tanto en la infancia como en la adolescencia. Por tanto, corregir dicho estilo de vida no solo mejoraría la salud de las madres, sino también de los hijos.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores pusieron el foco en el estilo de vida de las madres y el consecuente riesgo de obesidad entre sus hijos de entre 9 y 18 años. En total, se examinaron datos de 24.289 niños del estudio Growing Up Today, y de 16.945 madres inscritas en el Nurses Healthy Study II.

Hasta 1.282 niños, un 5,3% del total, desarrollaron obesidad durante los cinco años de seguimiento del estudio. Entre los factores más relacionados con dicha obesidad, estaban el tabaquismo y la falta de actividad física de sus madres, incluyendo la misma obesidad materna.

Nuestro cuerpo, templo del Espíritu Santo

La salud física y la buena alimentación deben ser dos áreas importantes a administrar. Dios nos ha dado el poder para que nada, ni siquiera los deseos por la comida nos dominen. …que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa. 1 Tesalonicenses 4:4. Controla tu cuerpo para que este no te controle a ti. No hay razón para decir, “¡No me pude resistir!”.

Por otra parte, en algunos casos el aumento de peso es consecuencia de enfermedades crónicas, hereditarias, problemas de ansiedad y hasta espirituales. ¿En dónde radica nuestra responsabilidad? En no en dejar crecer la enfermedad, sino en orar por nuestra sanidad y atender el problema a través de la medicina, terapias, ayuda psicológica y/o de consejería. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo…? 1 Corintios 6:16a.

Por: Jennifer Barreto  – @BarretoJenn

Foto: Depositphotos

 

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