Conéctate con Dios

por Revista Hechos&Crónicas

Hace unos días, durante una reunión familiar con motivo del primer cumpleaños de mi hijo, mi padre hizo notar lo útil que resulta la tecnología y lo rápido que ha avanzado. “En mis tiempos, hablar por teléfono en la calle era algo que sólo podía suceder en las películas de ciencia ficción”, dijo. Y tiene mucha razón. Con un dispositivo inteligente, que ocupa el tamaño de la mano, pudimos tomar decenas de fotos y capturar ese momento tan especial de la vida de mi bebé. Algo con lo que mis padres sólo podían soñar cuando yo era niña.

Pero, los celulares, además de permitirnos tomar fotografías de alta resolución, también nos conectan con quienes están lejos; nos permiten hablar con personas que se encuentran a miles de kilómetros de distancia con unos cuantos toques.

Y es que en este mundo digital, tan avanzado y revolucionado, la vida ha cambiado de manera abismal en pocos años. Ahora no es necesario salir de casa para hacer un depósito bancario, pagar el arriendo o hacer las compras del hogar. Todo lo que deseamos está al alcance de un click.

Pero, afortunada o lamentablemente –dependiendo de cómo lo vea usted-, también nosotros estamos al alcance y a merced de un click. Nuestras vidas y nuestra privacidad han quedado expuestas para que las vean toda clase de personas. Y somos, asimismo, tan vulnerables como niños al contenido que consumimos en internet.

Y es que las redes sociales, si bien nos han conectado con todo y con todos, también han invadido y deformado mucho de lo que era y que, por la comodidad de tener el mundo dentro de un dispositivo, hemos dejado perder.

Un claro ejemplo de ello es la distorsión de la información en las redes sociales, porque ahora todos tenemos una voz y un medio para hacer pública nuestra opinión, la cual muchas veces puede provenir de fuentes poco confiables, prestarse para malas interpretaciones o incluso resultar ofensiva.

Pero, también vemos la influencia de las redes en cómo nos percibimos a nosotros mismos. Pocas cosas ejercen tal presión sobre la autoestima femenina como los perfiles de Instagram de modelos, celebridades e incluso de amistades que parecen tener la vida perfecta.

“La vanidad de una mujer hiere la vanidad de otra mujer”, escribió Oscar Wilde, reconocido por obras como El Retrato de Dorian Gray y El Fantasma de Canterville ¡Nunca mejor dicho ni más actual! Las redes sociales también han hecho emerger lo peor de nosotros, alborotando nuestras inseguridades, haciéndonos experimentar una profunda envidia por un éxito y una belleza que sólo son aparentes ¡Y es que entre filtros y opciones de retoques todo puede resultar perfecto!

Muchos hemos notado que después de revisar Facebook, Twitter, Instagram o Snapchat nos sentimos ligeramente deprimidos, pues el hecho de ver tantas imágenes de cuerpos perfectos, rostros impecables, lugares paradisíacos que no conocemos y gente disfrutando la vida, tiene un fuerte impacto en nuestra autoestima y crea una perspectiva negativa de nosotros mismos, publicó la web veintitantos.com.

Las redes sociales pueden fomentar una falsa autoestima que cubre la falta de aprecio hacia uno mismo, y favorece la necesidad de aprobación por parte de los demás. Como dijo François de la Rochefoucauld: “Ponemos más interés en hacer creer a los demás que somos felices que en tratar de serlo”.

Un reciente estudio de la Universidad de Córdoba prueba, por ejemplo, que la inciden cia de la publicidad en redes sociales sobre la concepción de la imagen propia y el aumento de la baja autoestima es mayor a medida que aumenta la frecuencia de conexión y el tiempo de exposición a dichas redes. Estos efectos son, además, más acusados entre las mujeres.

Asimismo, un reciente estudio británico ha explorado el efecto de las redes sociales en los más jóvenes. El portal centrorodeo.es explica que la influencia de los contenidos y comentarios sin filtros emocionales que aparecen en las redes sociales, son muy perjudiciales. Obliga a los más inseguros a moldear su personalidad hacia prototipos perfectos que no existen. Se genera un desequilibrio del bienestar y la salud mental de los usuarios de estas aplicaciones.

La Royal Society of Public Health y la Universidad de Cambridge son los encargados de realizar este interesante estudio. Han reunido a más de 1.500 jóvenes entre 14 y 24 años. El objetivo ha consistido en estudiar el posible impacto que tienen las redes sociales sobre sus actitudes y comportamientos.

Los datos determinan que, de entre las redes sociales analizadas, Instagram (aplicación para compartir fotografías) es la más perjudicial para los más jóvenes. Concretamente, Instagram y Snapchat afectan muy negativamente en la autoestima. En muchos casos, y sobre todo en mujeres, obliga a mostrar la perfección de la imagen corporal. Genera trastornos en el sueño, así como los problemas que esto acarrea, y miedo a quedarse fuera de los eventos sociales.

Y todo esto viene dado por el tiempo que invertimos en alimentar nuestros perfiles en estas aplicaciones y consumir lo que en ellas se publica. El tiempo puede significar mucho en ciertas ocasiones. Puede ser todo lo que usted tiene, de hecho. “En un segundo puedes arruinar tu vida”, me decía mi padre cuando era pequeña.

Quienes usan el teléfono móvil mientras manejan tienen cuatro veces más probabilidades de verse envueltos en un accidente que los que no, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El uso de teléfonos “manos libres” no reduce significativamente el riesgo, advierte el organismo en un informe sobre seguridad vial publicado el 19 de octubre, en el que se indica que 1,25 millones de personas mueren cada año en el mundo a consecuencia de accidentes de tránsito y otras 50 millones resultan heridas, publicó el diario El Espectador.

Hablar o chatear por celular, maquillarse, agacharse a recoger algo o manipular el radio son actividades de alto riesgo a la hora de manejar, indicó también el portal de noticias Caracol en su página web. “En Colombia se imponen ponen cada día entre 90 y 100 comparendos de $369.000 por cometer esta infracción, especialmente en Bogotá, Antioquia, Risaralda y Valle del Cauca”.

Los accidentes automovilísticos van en aumento a nivel mundial. Un reportaje publicado por el diario El Tiempo en 2013 asegura que, de acuerdo con el informe de 2012 del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, hubo 5.693 muertes en siniestros de tránsito, 165 casos más que el año anterior.

Conducir en estado de embriaguez, el exceso de velocidad y no utilizar el cinturón de seguridad han sido las principales causales, sin embargo, en los últimos años un nuevo elemento está incrementando esa cifra de accidentes al conducir: el teléfono celular.

Esta última causa es la más frecuente entre los conductores entre 20 y 40 años de edad, que al tener un dispositivo móvil con numerosas aplicaciones, que si bien nos permiten ubicar sitios de interés y rutas programadas, se han vuelto un factor distractor durante la conducción, publicó el medio.

Pero, ¿cuánto de ese tiempo que dedicamos a tomarnos fotografías, hablar por WhatsApp o mejorar nuestra imagen en Instagram dedicamos al Señor?

¿Invierte usted al menos unos minutos al día para conectarse con Dios? ¿Habla con Él como lo haría con sus familiares y amistades a través de una videollamada?

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20

El Señor toca a nuestra puerta diariamente, nos ama y nos espera con la dulzura de un padre, porque desea aliviar nuestras angustias, curarnos del dolor, darnos el cobijo que necesitamos para afrontar la dura prueba de la vida.

Es posible que, como yo, usted dedique demasiado tiempo a las redes sociales, que sean parte de su vida, su forma de conectar con sus seres queridos o incluso su fuente de ingresos. Pero, también debe prestar atención a aquello a lo que le dedica tanto de su energía, de su valioso tiempo. Preste atención a lo que deposita de usted mismo, de su esencia, en un perfil social.

Le aseguro que aquello que quiera contar, compartir o difundir siempre será más apreciado y tiempo mejor invertido, si es con Dios.

Por: Verushcka Herrera R – @vhequeijo.

Foto: Freepik

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