Cuando estaba cerca de cumplir un año de casada, a mi esposo le salió un trabajo en una gran empresa. Era el trabajo de sus sueños, muy bien pago y con una gran carrera por delante. Estábamos felices. El único problema era que por unos meses debía trasladarse solo a otro país.
Durante un año sorteamos la situación y le hicimos el ‘quite’ a la distancia. Él viajaba todos los meses y yo aprovechaba las temporadas de vacaciones para ir a visitarlo, pero fue una temporada difícil que no quería repetir.
Estamos por cumplir 17 años de casados atravesando una situación similar. Hace un año mi esposo está trabajando en otra ciudad y solo viene a visitarnos a nuestros hijos y a mí, durante los fines de semana. Ahora, tal como lo hicimos antes, seguimos confiando en que, de la mano de Dios, todo se puede y que, aunque no sea fácil, todo tiene un propósito.
Aunque está lejos de ser la situación ideal, es la realidad de muchos matrimonios, por eso me animé a escribir este artículo, un compilado de consejos aprendidos, leídos y aplicados que nos están ayudando a sobrellevar esta temporada de la mano de Dios. Si estás pasando por una situación similar, tal vez estos consejos te ayuden a hacer que funcione tu amor a distancia.
Cuando el trabajo no se separa
Los matrimonios distanciados por temas laborales no son nuevos. Por el contrario, han sido parte de la historia desde siempre, debido a la necesidad de buscar nuevas oportunidades para mejorar la economía o estabilidad familiar.
Los estudios de carácter científico comenzaron en Estados Unidos a finales de los años setenta e inicios de los ochenta (Farris, 1978; Rapoport y Rapoport, 1978; Gross, 1980), donde abundaban los llamados “matrimonios de fin de semana”, en los que las parejas se separaban durante los días laborales, pero se reunían en los días de descanso.
Durante 1984, los autores Gerstel y Gross señalaron cuatro factores que identifican este fenómeno: “igual compromiso en las carreras profesionales de ambos miembros de la pareja; una distancia considerable que determina una doble residencia; la permanencia de la situación (no hay metas específicas o duración marcada); y la preferencia por vivir juntos. Con estos rasgos los autores definen lo que en el mundo anglosajón se denomina commuter marriage”.
Actualmente, aunque para muchos, el mundo se ha hecho más pequeño debido a la hiperconectividad, los matrimonios continúan distanciándose por diferentes motivos, llevando a los esposos a la triste obligación de vivir separados y compartir juntos unos pocos días a la semana o incluso al mes.
Este distanciamiento de la pareja choca con el concepto tradicional de familia que se basa, no solo en los vínculos sanguíneos o políticos, sino en el hecho de compartir la vivienda permanentemente.
Sin embargo, esta característica es precisamente la que permite que los matrimonios perduren. Se trata de la meta en común de volver a vivir juntos en algún momento. Cuando uno de los dos abandona esta meta, la distancia termina por separarlos; pero lo mismo ocurre con las parejas que conviven juntas cuando uno de los dos comienza a dar espacio a la idea de divorciarse.
Esta situación de la pareja no se puede confundir con las relaciones LAT (Living Apart Together), la nueva tendencia en los matrimonios que “se refiere, fundamentalmente, a parejas de hecho (no cohabitantes) y admite en su definición a los matrimonios.
Las dos residencias de la pareja suelen estar en un mismo municipio o cercanas, y la motivación de la doble residencia está determinada, generalmente, por el deseo de independencia o de tener seguridad en la relación de pareja. Por otra parte, los dos miembros de la pareja no tienen que estar necesariamente trabajando y el contacto de las relaciones LAT puede ser, en principio, todo lo frecuente que deseen”, afirma el estudio del investigador de la Universidad de Granada, Diego Ruiz.
Por el contrario, los matrimonios que viven separados, lo hacen por razones de fuerza mayor, cuando uno de los dos debe trasladarse sin quererlo y generalmente se trata de algo temporal. Es una situación difícil, lejos de ser el anhelo o propósito de un matrimonio y puede traer consecuencias terribles si no se sabe llevar; sin embargo, es posible sobrellevarlo si se tiene la fe y la fuerza suficiente.
1 – Dios en el centro
Cuando Dios es lo más importante en nuestras vidas y no estamos esperando que el otro nos complemente, podemos extrañarnos, pero el vacío lo llena Él.
Poner a Dios como base de nuestras vidas y de nuestro matrimonio, nos permite enfocarnos y comprender que siempre hay un propósito en todo lo que vivimos. Él mismo les mostrará el camino a seguir y las decisiones que deben tomar. No puedo imaginar cómo sería atravesar una situación así, en medio de la incertidumbre, sin guía ni dirección de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Romanos 8:28.
2 – Evalúen todas las posiblidades
Una de las preguntas que recibimos constantemente es: ¿Por qué uno de los dos no renuncia y se muda junto al otro? Y la respuesta parece obvia, pero no lo es.
Todas las parejas atravesamos situaciones diferentes. Algunos no lo hacen simplemente porque no quieren, por falta de sacrificio de uno de los dos, por comodidad o por necesidad. Nosotros tenemos perfectamente claro que es una situación de espera que debemos vivir y que Dios nos moverá en el momento indicado, pero para tenerlo claro, lo primero que hicimos fue poner todas las opciones sobre la mesa y orar para que Dios nos guiara hacia la mejor, de acuerdo con su propósito para nuestra familia.
El Señor dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti. Salmo 32:8.
3 – Trabajen en la comunicación
¿Cómo se comunica correctamente una pareja que no comparte la misma cama? ¡Sean creativos! Comunicarse no solo es hablar, también son los detalles y todo aquello que hagan para permanecer conectados el uno con el otro. La tecnología es una gran aliada. Ahora existen todo tipo de aplicaciones para enviarse mensajes, fotos, hablar por video llamada, etc. Pero lo importante no es en sí la aplicación que usen, sino el contenido de lo que hablan. Cuéntense detalles de cada día, compartan sus preocupaciones y sus alegrías, hablen de todo y de nada y aprendan a reírse. Sean sinceros y honestos. Solo así sentirán que el tiempo no ha pasado en vano cuando se vuelvan a encontrar.
Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán lo correcto. Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. Proverbios 8:6-9.
4 – Confíen
Si como esposos no pueden confiar el uno en el otro, entonces ¿en quién pueden confiar? La relación de un matrimonio es la más íntima que existe porque se han convertido en uno solo, por eso la confianza es fundamental.
Cada uno debe esforzarse por ser confiable para el otro en todas las áreas del matrimonio: emocional, sexual, económica, etc. Debe trabajar en sí mismo para no generar desconfianza en su cónyuge, comprendiendo que está lejos, pero también debe esforzarse por pensar lo mejor del otro, sin celos ni inseguridades.
Sin embargo, la confianza no solo debe estar depositada entre ustedes, la confianza y la seguridad más importante es la que ponemos en Jesús y en lo que Él ha hecho de nosotros.
Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Efesios 5:28.
Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Santiago 1:6.
5 – Aprovechen el tiempo
Si deben estar separados por un tiempo, ¿por qué no invertirlo en trabajar en sí mismos para su cónyuge? Leer, ejercitarse, embellecerse, etc. Disfrutar el tiempo de soledad en las cosas que solo a nosotros nos gustan, es una manera de consentirnos y estar listos para recibir al otro con la mejor disposición.
Asimismo, aprovechar al máximo el tiempo juntos es fundamental. No lo pueden perder en peleas tontas o en discusiones que no llevan a nada, mejor aprovechen para demostrar su amor de todas las maneras posibles. Oren juntos, crezcan espiritualmente y disfrútense el uno al otro. Es momento de valorarse y hacer que el tiempo y la distancia valgan la pena en el reencuentro.
Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo. Eclesiastés 3:1.
Por: María Isabel Jaramillo – isabel.jaramillo@revistahyc.com
Foto: Freepik
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