A pesar de que las festividades navideñas son bastante esperadas, en muchos países y hogares se ha perdido el enfoque sobre lo que significa realmente celebrar la Navidad. Hechos&Crónicas hace un breve análisis para mantener la perspectiva en esta época.
¿De dónde viene la Navidad?
El pastor Darío Silva-Silva, fundador y presidente de Casa Sobre la Roca, iglesia cristiana integral, nos cuenta: “La Navidad surgió por una transculturización de creencias paganas dentro de la iglesia latina, cuando el cristianismo comenzaba. No es verdad, e históricamente se puede confirmar, que Jesús naciera el 25 de diciembre, entre otras curiosidades, porque el evangelista Lucas nos cuenta que cuando el Señor vio la luz allí en Belén había pastores a la intemperie, y diciembre es época invernal, hecho que se vuelve improbable.
Por lo tanto algunos sitúan el nacimiento de Jesucristo en abril o mayo, en época primaveral. Pero eso no es importante. La transculturización se debió a que a partir del siglo II, muchos paganos que venían de la mitología greco-romana, asumieron el cristianismo como una nueva fe, principalmente a partir del emperador Constantino que dictó el famoso decreto de tolerancia de los cristianos.
El 25 de diciembre era el solsticio. Al haber el cambio cósmico, ellos en Roma habían decretado la celebración del Sol invicto, el nacimiento del sol. A los cristianos de entonces se les ocurrió que como Jesucristo es el sol espiritual, podíamos celebrar en esa fecha su nacimiento. En sí mismo el asunto no tiene mayor importancia, pero de lo que sí podemos estar seguros es de que no fue el 25 de diciembre la natividad de Jesús”.
Entonces, si Jesús no nació en diciembre… ¿está mal celebrar Navidad?
“La iglesia cristiana evangélica en su conjunto ha creído que es mejor aprovechar esas tradiciones que olvidarlas. Como no tenemos una fecha mejor, porque entre otras cosas no se sabe cuándo nació Jesús, para que la gente recuerde el acontecimiento más grande de la historia del tiempo y de la eternidad. Lo demás es una simple superstición y no es cierto que uno se vaya a condenar o que esté haciendo actos paganos cuando el 24 por la noche o el 25 se reúne en familia, comparte un pavo, toma una copa de vino sanamente, le dice a sus hijos y a sus nietos que los ama, les entrega unos regalos y, sobre todo, les recuerda qué fue lo que ocurrió hace más de 2000 años en una gruta que era pesebrera en la pequeña ciudad de Belén”, agrega el pastor Darío.
Además de la apreciación del pastor, si buscamos en la Biblia, encontramos que esta incluso nos narra cómo Jesús participaba en las festividades de su cultura. Jesús no era un amargado que se aislaba, todo lo contrario en varios pasajes sobre Su vida encontramos que era bastante alegre. (Mateo 26: 18-19, Juan 7). Razón por la cual vale la pena seguir Su ejemplo y celebrar sanamente, pero siempre manteniendo el enfoque de la festividad.
Una cena especial
Una de las tradiciones más importantes de la Navidad es el momento de compartir una comida especial. De acuerdo con Fenalco, la mayoría de hogares colombianos destinan cerca del 26% de sus ingresos del mes de diciembre en la cena de Navidad*.
Esto, por supuesto no tiene nada de malo pues Jesús mismo nos enseñó a honrar estas tradiciones cuando celebró la pascua con sus discípulos.
Pero Jesús aprovechó la celebración cultural para enseñar a sus discípulos y sentar las bases de lo que sería la Santa Cena (Lucas 22:14-20), con la que conmemoramos su sacrificio para darnos salvación.
Tal como Jesús lo hizo, podemos aprovechar el momento de compartir la cena para fines mucho más grandes. De hecho, puede convertirse en el momento perfecto para agradecer a Dios por suplir nuestras necesidades durante todo el año. Recuerde que el significado de la Navidad está en conmemorar el nacimiento de Jesús y qué mejor manera de hacerlo que compartiendo Su Palabra. Finalmente, ese fue el encargo que nos dejó: Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza. 1 Corintios 4:2.
El regalo más grande
La más grande pérdida de enfoque de la Navidad son los regalos y engrandecimiento que se le ha dado al personaje de Papá Noel. Por ejemplo, según cifras de Fenalco, 42% de los colombianos gasta aproximadamente $600.000 en los regalos de Navidad, aun si esto significa tener que endeudarse.
Sin embargo, las enseñanzas de Jesús muestran bastante claro que Él no estaba enfocado en lo material. Los regalos están bien, es muy lindo compartir un presente, en especial con los niños, pero ese no puede ser el centro de la Navidad como lo es comercialmente.
De hecho, la Biblia nos aclara cuál debe ser nuestra posición frente a las cosas materiales.
No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Mateo 6:19-20.
Lo que sí podemos hacer es brindar a otros el regalo de la salvación y compartirles de Jesús. Desplacemos a Papá Noel y regresemos a la persona que originó la festividad. No se trata de que la celebración se convierta en una clase o en una polémica religiosa, sino en un tiempo de mostrar que el amor de Dios alcanza para todos y que Jesús nació en un pesebre para darnos eternidad. Ese es el regalo más grande que cualquiera podría recibir.
Extender el amor
La Navidad es una época en la que las personas más solas y necesitadas se sienten especialmente vulnerables. Jesús nos pidió que hagamos un esfuerzo extra para satisfacer las necesidades de los pobres (Lucas 11:41), los hambrientos y sedientos, los necesitados de ropa, a los enfermos y los que están en prisión (Mateo 25:35-36).
Seguramente Jesús pasaría estas fiestas compartiendo la verdad, brindando amor sin medida y sirviendo a los más necesitados, ¿por qué no intentar imitarlo?
Foto: Kelly Sikkema – Unsplash (Foto usada bajo Licencia Creative Commons)