Elimine sus complejos

por Revista Hechos&Crónicas

¿Alguna vez se ha sentido inseguro o carente de confianza en sí mismo? Es una situación común que nos pasa a todos. Hechos&Crónicas investigó y le cuenta cómo puede sentirse mejor con usted mismo.

La literatura en psicología clínica define los complejos como “un conjunto organizado de representaciones y recuerdos dotados de intenso valor afectivo, parcial o totalmente inconscientes. Un complejo es un rasgo físico o psicosocial que nos causa preocupación excesiva. En un sentido coloquial y no estrictamente técnico, se habla de una persona “acomplejada” cuando presenta una marcada disconformidad con alguno o varios de sus aspectos físicos o psíquicos, los que percibe subjetivamente con sentimientos de minusvalía.

Generalmente se originan en la infancia, se afianzan en la adolescencia y si no se superan, se manifiestan abiertamente en la etapa adulta”. ¿Qué significa? Que los complejos son tergiversaciones de la realidad que muchas veces nos creemos, como en el caso de Carlos:

“Soy hijo único, por eso mis papás me amaban y cuidaban mucho, como temerosos de que algo malo me pasara. Me ayudaban con casi todas mis cosas, así que comencé a sentir inconscientemente que no las hacía bien. Yo era de esos niños que se esconden tras las faldas de su mamá. Vivía temeroso, por eso comenzaron a catalogarme como tímido. Siempre me lo creí, por eso hablar en público siempre fue un problema para mí, tanto en el colegio como en la universidad, pero realmente se convirtió en un lío cuando comencé a trabajar, pues me costaba relacionarme con mis compañeros y dar mi opinión durante las reuniones. Todos a mi alrededor ascendían en el trabajo, menos yo y el tema era que me faltaba liderazgo y seguridad en mí mismo, pero no sabía cómo manejarlo.

Un día, mientras hacía mi devocional me encontré con 2 de Timoteo 1:7 que dice: Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. Fue como si me quitaran una venda de los ojos: eso de que soy tímido no es más que una horrible mentira del enemigo que yo creí por muchos años. Me aferré a esta palabra y comencé a cambiar mi forma de actuar. Eliminé de mi vida ese complejo de inferioridad. Dios abrió mis ojos para verme como Él me ve y a sentirme más seguro. Me di cuenta de que siempre tengo algo valioso para aportar”.

La raíz de amargura

Los complejos derivan directamente de la falta de confianza y demuestran vacíos que se tuvieron en la infancia. No son humildad, de hecho, simulan una falsa humildad que impide relacionarse de manera sana con los demás y aún más importante, con Dios. Los complejos son el resultado de heridas generadas en el pasado y son muestra de que hay problemas por resolver lo que genera afectaciones de identidad, pues se genera una desconfianza por creer que otros no ven en uno lo que realmente es.

Normalmente, los complejos se plantan como marcas del pasado que se arraigan en el corazón como una raíz de amargura. El pastor Darío Silva-Silva, en su libro “El fruto eterno” lo explica así:

“La llamada raíz de amargura nace directamente en el corazón, proviene de una semilla maldita plantada en el surco del ser interior y que, al sacar a la superficie ramas y frutos, perjudica a otros. Lo que solemos llamar “amargado” es aquel tiene sembrada la raíz de amargura. El amargado sufre un problema de auto-rechazo, no se acepta a sí mismo, menosprecia y, a veces, odia su propia persona. Esa raíz de amargura produce un árbol que se llama resentimiento.

Un “resentido” es aquel que tiene un problema con los demás. A fuerza de no aceptarse a sí mismo, termina por rechazar al prójimo. Es frecuente oírlo decir: “culpa del jefe, culpa de mamá, culpable mi conyugue, culpables mis hijos”.

En los casos más agudos, estas personas  culpan a Dios por lo que les pasa. Sin embargo, hablando con lógica y franqueza a veces la raíz amarga se origina en el inconsciente. Traumas producidos en la niñez, problemas aparentemente olvidados, metas frustradas, ideales perdidos, sueños rotos, etcétera, pueden ocasionarla. Por eso es tan importante el Ministerio de la sanidad interior, qué es escuetamente, un sistema psicología cristiana. Una investigación minuciosa, compañía de oración y ayuno, bajo guía del Espíritu Santo, permitirá ubicar la raíz amarga para poderla arrancar del corazón. Tal operación es dolorosa pero absolutamente necesaria. La amargura enraizada en el ser humano termina por contaminar y destruir otras personas casi siempre las más queridas”. (Ver Hebreos 12:15)

13 hábitos de las personas seguras para que viva sin complejos

  • Saben quiénes son

El primer paso es comprender su identidad. El pasado debe ser sanado, perdonado para que la relación con Dios y con los demás sean sanadas.

“Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. Ezequiel 36:26. (Ver Gálatas 2:20).

  • Encuentran la felicidad dentro de ellos

La felicidad la pone Dios en el corazón, no se encuentra en otras personas. Quienes son seguros de sí mismos no buscan la felicidad en otras personas, en cosas ni en el futuro, la buscan en su interior. “El corazón alegre se refleja en el rostro. Proverbios 15:13.

 

  • No juzgan

Las personas seguras de sí mismas no juzgan a otras porque saben que todos tienen algo bueno que ofrecer y no necesitan rebajar a alguien para sentirse bien consigo mismas. Saben qué tan limitante es compararse con otra persona y lo cansado que puede ser pasar el tiempo preguntándose si uno es lo suficientemente bueno.

“No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará”. Lucas 6:37

  • Nunca dicen sí a menos de que realmente quieran hacerlo

Un estudio de la Universidad de California en San Francisco demostró que es más fácil que experimentes estrés, cansancio y depresión si se te dificulta decir que no. Las personas seguras saben que negarse de vez en cuando es saludable y además tienen la autoconfianza necesaria para dejar en claro por qué dicen que no.

“Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno”. Mateo 5:37.

  • Escuchan más de lo que hablan

Las personas seguras escuchan más de lo que hablan porque no tienen nada que probar. Saben que si prestan atención a otros, aprenderán más cosas. En vez de ver sus interacciones como oportunidades de probarse ante los demás, las ven como la herramienta ideal para acercarse a las personas.

“Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse”. Santiago 1:19.

  • Habla con certeza

Es raro escuchar que las personas seguras usan muletillas como “Este…”, “Mmm…”, “Creo que…”. Al contrario, son individuos asertivos que saben que es muy difícil hacer que las personas te escuchen si no eres capaz de hablar con convicción.

“—¿Y quién le puso la boca al hombre? —le respondió el SEÑOR—. ¿Acaso no soy yo, el SEÑOR, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita? Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir”. Éxodo 4:10-11.

  • Hacen ejercicio

Una investigación del Eastern Ontario Research Institute encontró que las personas que hacen ejercicio dos veces por semana se sienten más capaces en el ámbito social, atlético y académico. También tienen una mejor imagen corporal y una autoestima más alta. Lo mejor de todo es que esto no se logró con los cambios físicos que tardan en apreciarse sino con la descarga inmediata de endorfinas que resultan de hacer ejercicio.

“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios”. 1 Corintios 6:19-20.

  • No buscan llamar la atención

La gente suele alejarse de aquellos individuos que se esfuerzan por llamar la atención. Las personas con una buena confianza saben que ser auténticos es más efectivo que parecer alguien importante. No pretenden ser el centro de atención. Cuando reciben las miradas de todos por un logro que obtuvieron se aseguran de que las personas que trabajaron a su lado reciban el mismo reconocimiento.

“Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado”. Romanos 12:3.

  • Ponen “la carne en el asador”

Cuando ven una oportunidad, no dudan en tomarla. En vez de preocuparse sobre lo que podría salir mal, se preguntan “¿Qué podría detenerme?” y se lanzan a atrapar el éxito. No es que no sientan miedo, es que no permiten que los detenga.

“¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? Romanos 8:31.

  • No temen equivocarse

Este tipo de personas gustan de expresar su opinión para saber si se sostiene enfrente de las perspectivas de los demás. De hecho, disfrutan saber que se equivocan cuando pueden aprender algo con ello.

“Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto”. Proverbios 10:9.

  • Busca pequeñas victorias

Imponerse retos y competir, incluso cuando sus esfuerzos sólo producen victorias pequeñas, genera receptores necesarios en el cerebro responsables por las sensaciones de recompensa y motivación. Una serie de victorias pequeñas hacen duradera tu confianza. “Gritos de júbilo y victoria resuenan en las casas de los justos: «¡La diestra del Señor realiza proezas!” Salmo 118:15.

  • Celebran a otras personas

La gente insegura constantemente está dudando de su propia relevancia y por lo tanto tratan de robarle cámara y criticar a otras personas para sentir que valen algo. Las personas seguras, por otro lado, no se preocupan sobre su relevancia porque saben que su valor es innato. Esto les permite ver las cosas maravillosas que otras personas pueden ofrecer.

“Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran”. Romanos 12:15.

  • No temen pedir ayuda

Las personas realmente seguras saben que pedir ayuda no los hace parecer débiles o ignorantes. Conocen bien cuáles son sus fortalezas y debilidades y se apoyan en otros. También saben que aprender de alguien que tenga experiencia es una forma fenomenal de mejorar.

“Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá”. Mateo 7:7.

Foto: 123RF

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