El egoísmo claramente no es uno de los atributos de Dios.
El Todopoderoso es definido por teólogos expertos como todo lo positivo. Sencillamente Dios no es egoísta, porque es todo amor, es todo darse. El más claro ejemplo lo leemos en Juan 3:16: Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Pero entonces, si sabemos que Dios no es egoísta, ¿por qué a veces nos comportamos de manera egoísta?
En 2 Timoteo 3:1-5, Pablo le escribe a Timoteo una carta en la que lo prepara para el ministerio y le dice: …ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia. Serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno, traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios. Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad. ¡Con esa gente, Timoteo, ni te metas!
Tragedias del egoísmo
En Lucas 15:11-24, se encuentra la parábola del hijo pródigo, en la que el menor de los hijos (del que podemos inferir que no era totalmente adulto e independiente), decidió alejarse de los privilegios que le otorgaba su padre. No era completamente maduro para tomar decisiones y pidió una porción de la herencia que de todas maneras algún día iba a recibir. Sin embargo, el hijo no esperó para conocer los planes que su padre tenía para él. Quiso adelantarse y fue egoísta. Es un ejemplo que debemos comprender: adelantarse a recibir las bendiciones de Dios es egoísta, querer cumplir mis tiempos y no los tiempos de Dios también lo es.
Además, Dios claramente nos dice: “Yo te bendeciré para que tú seas de bendición para otros”, no podemos quedarnos pidiendo sin compartir los dones que tenemos.
El egoísta siempre dice: “dame”. Y fíjense, quizás el padre dijo: “Estoy acumulando porque algún día voy a dividir esta herencia entre mis hijos”. Pero éste se la estaba pidiendo ya. Hay sufrimiento en las familias donde alguno toma una posición egoísta. Tristemente, esto es algo cotidiano.
Si cree que está bien recriminar a los demás todo el tiempo porque sus reclamos son “justos” o porque cree que siempre tiene la razón y lo único que vale es su punto de vista, usted es un egoísta. Así que evalúe si su familia, amigos o compañeros están sufriendo por eso y tome medidas.
Dios nos enseña primero a servir, no a ser servidos. Si Jesucristo, el más grande de todos, mientras estuvo con nosotros en la tierra se puso una toalla en la mano para lavar pies de los discípulos, ¿por qué no lo podemos hacer nosotros? ¿Por qué a veces fomentamos actitudes donde queremos ser servidos? Eso es ser egoístas.
El modelo que Jesucristo nos mostró es que Dios es amor y por lo tanto no es egoísta. Nosotros estamos en la familia de Dios, así que tampoco podemos serlo. ¿Qué quiere decir esto? Simple. No podemos seguir nuestro propio camino, tenemos que seguir el camino anti-egoísmo que enseña la Biblia: DAR. Bien lo dice Hechos 20:35 …hay más dicha en dar que en recibir.