Bullymamás

por Revista Hechos&Crónicas

El bullying nace en casa, todos lo sabemos. Lo que tal vez no sabíamos es que en muchos casos, las mamás son quienes dan y reciben el matoneo precisamente entre ellas mismas.

Nos horrorizamos cuando escuchamos los relatos de niños que se sienten humillados, menospreciados o maltratados física o psicológicamente en el colegio. Incluso denunciamos airados los casos que están ocurriendo en universidades y lugares de trabajo. Seres humanos tristes, solitarios, dolidos y afectados porque los tratan como si no valieran, los ignoran y reciben duras respuestas que se quedan en lo profundo del corazón y que los hacen llegar al punto de querer desaparecer.

El bullying siempre es horrible y lo peor es que ha ingresado a nuestros hogares. Ahora son las mamás, víctimas y victimarias, quienes han convertido esta hermosa labor en una persecución constante de la que no escapa ni siquiera la más experimentada.

Si de contar experiencias se trata, no nos alcanzarían estas páginas. El caso de una madre bloguera que compartió con sus seguidoras la alegría de tener a su quinto bebé y sus redes colapsaron debido a los insultos que no la bajaban de “irresponsable” por decidir tener una familia numerosa.

El caso de una madre primeriza que lacta a su bebé cada tres horas y es atacada fuertemente por otra que considera que debe hacerlo a libre demanda, pero ambas atacan a la que decidió dar leche de fórmula en un tetero. La maternidad se ha convertido en un campo de batalla del que prácticamente ninguna logra salir ilesa.

La revista online Nueva Mujer de Mendoza, Argentina, realizó una encuesta en la que participaron 3.190 internautas, todas madres, aparentemente. De estas, 74% respondió que se sentía constantemente atacada, ofendida y criticada por otras madres en la crianza de sus hijos. 20% aceptó haber perpetrado la crítica (lo que la convierte en bullymamá) y solamente 6% aseguró no haber tenido ningún tipo de conflicto con otras mamás.

La historia de María Alejandra

“Me convertí en mamá joven de dos niños que se llevan menos de dos años de diferencia. Los amo y vivo comprometida mi maternidad. También trabajo a tiempo parcial en una reconocida empresa de seguros y tengo muchas responsabilidades. Siento que he sido organizada con mis hijos, pero siempre he sido muy criticada. En algún momento de soledad, en el que no podía refugiarme en otras mamás (porque me cuestionaban), decidí desahogarme en las redes sociales, pero ¡fue peor! Yo no soy famosa y las personas que tengo en mis  redes sociales son todas conocidas o parte de mi familia, por eso me parecía mentira todas las cosas que comentaban a mis publicaciones.

Si yo subía una foto de mis hijos y yo preparando un postre, brincaban varias a decirme que a esas edades no debían comer dulce (aunque ambos ya tenían más de dos años). Si hablaba a favor del colecho, me criticaban por volver a mis hijos ‘dependientes’ y si salía de viaje por mi trabajo, entonces era una mala mamá por dejar a mis hijos con… ¡el papá!

Esto me trajo tanta ansiedad que constantemente dudaba de mis decisiones y de mis facultades como mamá. Mi esposo siempre me decía que no parara bolas, y de verdad yo trataba de no hacerlo, pero era tan constante el acoso que ya me sentía enferma e incluso tuve que solicitar una consejería para entender porque había caído en una profunda depresión debido a los constantes comentarios a mi alrededor. ¿Qué pasa con la caridad de la que nos habló Jesús?

¿Cómo queremos que nuestros hijos no sean acosados o acosadores en el colegio si nosotras les damos semejante ejemplo?”, contó María Alejandra Camacho a Hechos&Crónicas.

Síndrome de la mala madre

La verdad es que la maternidad como la conocieron nuestras madres y abuelas ya no existe. Hoy tenemos estándares muy altos que las mujeres deben cumplir: ser ejecutivas o empresarias exitosas, hermosas, esposas abnegadas, buenas amas de casa y mamás ejemplares.

Para las mujeres de hoy es muy difícil alcanzar esos estándares que se les han impuesto y por eso se sienten constantemente inseguras, cayendo en lo que se conoce como “síndrome de la mala madre” que no es otra cosa que una sensación de culpa permanente con los hijos por no poder ser perfectas o el “síndrome de burnout” que las hace sentir permanentemente agotadas.

Y precisamente ese es el problema. Una mujer ya no puede refugiarse en otra cuando se sienta cansada por las labores de la maternidad, aunque sea su madre o su mejor amiga, pues como respuesta recibirá frases como: “¿cansada de qué? Cansada yo que tengo cuatro hijos… tú solo tienes uno”. Como si el cansancio de la otra no fuera legítimo.

Todas nos sentimos víctimas, pues a todas nos ha pasado. La pregunta es…¿somos nosotras bullymamás? “El bullying entre mamás comienza por invalidar las decisiones de la otra, el cansancio de la otra, sus conocimientos y capacidades. Todas las mujeres que se han convertido en madres tienen experiencias para contar y para todas seguramente ha sido lo más difícil y emocionante que han vivido, por eso no pueden aceptar que a otra mamá le vaya bien haciendo lo opuesto. Pero desconocen que hay tantas formas de maternar como hijos en el mundo”, asegura Diana Hernández, psicóloga clínica especializada en temas de familia.

Sororidad entre mamás

El término sororidad ha sido acuñado por mujeres feministas que significa que si todas somos víctimas de un sistema machista, podemos generar cierto tipo de hermandad entre nosotras para dejar de criticarnos y comenzar por apoyarnos para salir adelante. No se trata de ser todas amigas, ni siquiera tenemos que caernos bien, simplemente ser respetuosas y colaboradoras las unas con las otras en un mundo que sigue siendo mayormente machista, inseguro y que menosprecia a las mujeres.

“La solución para tratar este tipo de conflictos, cada vez más comunes entre mamás es tener empatía y respeto por las demás. A veces sentimos que tenemos mucho por aportar desde nuestra experiencia, pero la labor es aprender a tomar distancia en las decisiones que no nos gustan, pero que las otras mamás tienen derecho a tomar. Asimismo, no ofrecer consejos si no nos los han pedido, por más que dominemos el tema, pues podemos sonar odiosas y prepotentes. Analizar que cada mamá hace su mayor esfuerzo es clave para empatizar y comprender sus miedos y sufrimientos al nivel de los propios nos lleva a ser más respetuosas”, asegura la psicóloga Hernández.

Recordemos el ejemplo de Jesús, quien fue capaz de mostrar empatía aun en la mayor diferencia de todas, pues nosotros pecamos y Él está libre de pecado. ¿Cómo no vamos a poder tener empatía con personas  que simplemente tienen métodos diferentes para criar a sus hijos? Desechemos la crítica y apliquemos lo que dice Efesios 4:29: Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan.  Seamos unas con otras fuente de bien y no de mal con nuestro ejemplo y amor.

Foto: Archivo

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