Libre albedrío ¿ficción o realidad?

por Revista Hechos&Crónicas

Como lo expresa el pastor Arturo Rojas: “Solo nuestra capacidad de elegir explica que en las mismas condiciones dos personas tengan rumbos tan diferentes en la vida”. Esta capacidad fue totalmente desconocida en la visión del hombre propuesta por los pensadores de la Grecia Antigua. Ellos concebían el universo en términos de los eventos que estaban interconectados por lazos causales deterministas. En consecuencia todo lo existente estaba sujeto a leyes necesarias. En el universo así imaginado no había lugar para ningún tipo de elección, incluyendo al ser humano.

Lukasiewicz, un famoso lógico polaco, caracterizó este punto de vista de esta manera: “En el universo, así concebido, no había lugar para un acto creativo que resultara, no de una ley, sino de un impulso espontáneo. Los impulsos además estaban sometidos a las leyes, tenían su origen en la necesidad. Antes que yo viniera a este mundo, mis acciones habían sido predeterminadas hasta en sus menores detalles”.

El determinismo en el pensamiento griego toma forma de destino trágico, lo que podemos observar en la obra de Sófocles titulada Edipo Rey. Edipo fue hijo de Layo y Yocasta, reyes de Tebas. Abandonado por su padre, a quien el oráculo le había  vaticinado que sería asesinado por su propio hijo, fue recogido y prohijado por los reyes de Corinto. Cuando Edipo ya adulto y sin conocer a sus verdaderos padres, consultó a su vez al oráculo, éste le dijo se casaría con su madre y mataría a su padre. Edipo optó por abandonar Corinto para tratar de evitar el cumplimiento de esa profecía. Sin embargo, no había ningún modo en que la profecía no pudiera cumplirse. En la vida de Edipo los hechos sucedieron de tal manera que, efectivamente, Edipo mató a su padre y se casó con su madre.

Edipo fue parricida y cometió incesto a causa de su destino trágico que eliminaba la posibilidad de elección.

Nínive y Sodoma

Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, quien se nos revela en la Biblia, muestra que la realidad no tiene nada que ver con este tipo de creencias que se transmitieron desde el mundo griego. El hombre tiene la posibilidad de elección. Como ejemplo, miremos dos ciudades sobre los cuales habla la Biblia. Una es Nínive y otra es Sodoma. Ambas son ciudades cuyo pecado las lleva a caer bajo el juicio divino: La palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia. Jonás 1:1-2. Jonás se fue internando en la ciudad y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento. Jonás 3:4-5. Y en el versículo 10 tenemos la respuesta de Dios frente el comportamiento de los ninivitas: Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado. Jonás 3:10.

Podemos ver que no existe ningún destino trágico por el cual la ciudad quede condenada. Es posible elegir. Los ninivitas tenían derecho a decidir sobre su futuro, podrían ignorar las profecías de un extranjero que no habla en nombre de sus dioses sino en nombre del Dios que para ellos era un Dios desconocido.

En el caso de Sodoma, igual que en el de Nínive, la decisión de Dios es destruir la  ciudad. Esta decisión Dios la revela a Abraham quien tiene en Sodoma un familiar y cuya destrucción significaría también la muerte de su familiar. Abraham entonces, cuando oye sobre el destino de Sodoma, busca una forma de negociar con Dios para cambiar el destino de la ciudad y le pregunta: … —¿De veras vas a exterminar al justo junto con el malvado? Quizá haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Exterminarás a todos, y no perdonarás a ese lugar por amor a los cincuenta justos que allí hay? Génesis 18:23-24. La respuesta de Dios es más generosa que la propuesta inicial de Abraham: … —Aun por esos diez no la destruiré —respondió el Señor por última vez. Génesis 18:32.

Sodoma no necesariamente tendría que haber sido destruida. La elección estaba en manos de los habitantes de Sodoma. Desgraciadamente la conducta de los sodomitas fue de tal índole que imposibilitó a los mensajeros de Dios hablar sobre arrepentimiento. Así, pues, al final lo que pasó con Sodoma fue distinto de lo que paso con Nínive.

Libre albedrío

La Biblia muestra la elección no solamente en el plano de las conductas sociales sino también vemos la elección a modo personal. En el libro del profeta Ezequiel podemos leer un tipo de elección por la cual el hombre queda protegido por Dios: »Si el malvado se arrepiente de todos los pecados que ha cometido, y obedece todos mis decretos y practica el derecho y la justicia, no morirá; vivirá por practicar la justicia y Dios se olvidará de todos los pecados que ese malvado haya cometido. Ezequiel 18:21. Pero también es posible la elección contraria, la que aparta al hombre de Dios, la cual podemos ver en el verso 24: »Si el justo se aparta de la justicia y hace lo malo y práctica los mismos actos repugnantes del malvado, ¿merece vivir? No, sino que morirá por causa de su infidelidad y de sus pecados y no se recordará ninguna de sus obras justas.

Finalmente, la condición humana en relación con la elección se ilustra en los dos malhechores que están crucificados con Jesucristo. Ambos están en una situación absolutamente igual. Pero la igualdad en la situación no significaba la igualdad en la elección. Uno, desde su elección, hace de Jesucristo objeto de su burla: …—¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! Lucas 23:39. El otro, también en su elección, reconoce en Jesucristo al Salvador: En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; éste, en cambio, no ha hecho nada malo. Luego dijo: —Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Lucas 23:41-42.

En conclusión, podemos estar de acuerdo con la propuesta de Lukasiewicz: “Un individuo valiente, consciente de su valor, no se resigna a ser un simple eslabón en la cadena de causa y efecto, sino que quiere hacer sentir su influencia dentro del concurso de los acontecimientos”. O como lo afirma el pastor Arturo Rojas: “Dios nos elige y aparta porque quiere mostrar su poder convirtiendo gente insignificante en ejemplos que sean dignos de imitar”. Pero nunca al margen de nuestras propias decisiones. Y a este respecto, puesto que: “…nosotros no conocemos la ‘lista’ de los elegidos… debemos por tanto ‘arrojar la red’ de manera indiscriminada y dejar a Dios la selección de caso”. Porque al final: “Es… importante balancear de manera apropiada estas dos doctrinas (predestinación y responsabilidad), entendiendo que no son necesariamente contradictorias sino complementarias, no solo a causa de la resistencia lógica y natural que el hombre ofrece cuando siente amenazada su capacidad de decisión, sino también debido al determinismo fatalista en que podemos caer al tratar de eludir nuestra responsabilidad y excusarnos culpando a Dios de nuestra justa condenación por el supuesto hecho de que nos ‘predestino’ para ella”, concluye Rojas.

Por: Andrzej Lukomski: Estudiante de la Unidad Educativa Ibli-Facter.

Foto: Freepik /Rawpixel.com

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