Aislamiento, un tiempo feliz

por Revista Hechos&Crónicas

A pesar del caos generado por el COVID-19, el encierro por la cuarentena, el temor y la incertidumbre, existen muchas razones para que este tiempo se grabe en nuestra memoria como un bello recuerdo.

Ser feliz en cuarentena puede sonar extraño si se tiene en cuenta el constante aumento en los casos de muertos y contagiados por COVID-19. No parece ser una época para estar felices, sino para lidiar con un torbellino de emociones que nos abruma: incertidumbre por la salud y economía, además de tener que aprender a adaptarnos a una nueva realidad que no sabemos cómo va a funcionar. Muchos han tenido que seguir trabajando, expuestos al contagio, y otros más con grandes necesidades económicas debido a que sus trabajos quedaron en pausa y por ende también sus ingresos.

La situación no parece traer felicidad. Sin embargo, muchos podemos estar agradecidos por tener un lugar donde refugiarnos, una familia para compartir y hasta un trabajo para realizar. No importa lo que estemos viviendo, siempre hay razones para estar agradecidos.

  • La iglesia está más unida que nunca

Muchas iglesias llevaban años orando por un avivamiento. Para que ese fuego de amor por Jesús consumiera los corazones de más y más personas. Para que se acabara el activismo y la iglesia dejara de verse como un club social y se convirtiera en un punto de crecimiento para seguidores de Jesús y en un centro realizador de obra social que transmita el amor de Dios a quienes lo necesitan.

Pues bien, esto fue precisamente lo que ocurrió. Es el momento en el que muchos han vuelto sus ojos hacia Dios. El pastor Darío Silva-Silva, fundador y presidente de Casa Sobre la Roca, compartió con los feligreses el aumento en las cifras de seguidores de la iglesia. “Mientras un servicio regular da cabida a unas 3.000 personas, hemos llegado a registrar 120 mil personas conectadas con nuestros servicios”.

De hecho, entre el 20 y 21 de abril se realizó una jornada de 24 horas de oración que pareció no ser suficiente por la sed de los feligreses y se extendió dos horas más.

Dios nos sacó del templo, pero no de la iglesia. Las personas están cada vez más conectadas con todos los grupos que siguen funcionando desde la virtualidad. Quienes antes no podían asistir a determinado ministerio, ahora lo están haciendo desde sus casas, pues han aprendido a entregar su tiempo a Dios.

La obra social también está creciendo, pues se han abierto nuevos mecanismos para apoyar a quienes están pasando por situaciones difíciles durante esta contingencia. Dios, una vez más nos ha demostrado que no tiene límites.

La iglesia está unida. De hecho, hay una iglesia en cada hogar en la que se ha establecido a la cabeza como sacerdote para ofrecer la Santa Cena. El tiempo de oración también parece ir en aumento, pues las personas han entendido que no hay nadie por encima de Dios.

¿Dónde está hoy el discurso de quienes meses atrás promovían el aborto, el libertinaje sexual o todas las demás prácticas que están contra la Biblia? Es verdad que no se quedarán callados, pero en este momento no tienen un discurso para ofrecer, pues en medio de esta contingencia, todos necesitamos esperanza y paz. Y eso es algo que solo Dios nos puede dar. “¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!” Salmo 42:5

“La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden”. Juan 14:27.

  • La naturaleza renace

El confinamiento ha traído nuevas oportunidades a la Tierra para volver a respirar. La contaminación ha bajado a niveles tales que no existe registro. En Nueva Delhi, la ciudad más contaminada del mundo, la polución cayó un 60% debido al confinamiento. En las principales ciudades europeas, la polución ha caído 45% aproximadamente.

Las especies han comenzado a abrirse camino entre las vacías ciudades y el agua vuelve a verse cristalina. Los paisajes que se han registrado durante el confinamiento son difíciles de superar y todo porque los seres humanos estamos “guardados” en nuestros hogares, permitiendo que el planeta descanse. Dios reestablece el equilibrio. El descanso es bíblico y es necesario.

Si cuando regresemos a las calles, somos capaces de mantener este equilibrio, notaremos el cambio en el aire, en la naturaleza y en el respeto que el planeta merece y no le hemos sabido dar.

“Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos; tú traes salvación sobre la tierra. Tú dividiste el mar con tu poder; les rompiste la cabeza a los monstruos marinos. Tú aplastaste las cabezas de Leviatán y lo diste por comida a las jaurías del desierto. Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos; secaste ríos de inagotables corrientes. Tuyo es el día, tuya también la noche; tú estableciste la luna y el sol; trazaste los límites de la tierra, y creaste el verano y el invierno”. Salmos 74:12-17

Ver artículo: La Tierra respira en tiempos de cuarentena

  • Las familias vuelven a unirse

Cuando se declaró la emergencia en Colombia y las instituciones educativas cerraron, 9,8 millones de niños y jóvenes en Colombia fueron enviados a casa. A la par, millones de trabajadores tuvimos que recluirnos en nuestras casas, con negocios cerrados o teletrabajo. Y aunque muchos han podido seguir funcionando luego de algunas medidas adoptadas por el Gobierno Nacional, lo cierto es que hemos tenido más tiempo para compartir en familia.

Si bien es cierto que este novedoso y obligado tiempo en familia para muchos puede traer sentimientos contrarios, no podemos repetir lo que ocurrió en la ciudad china de Xi’an, donde se presentó un número récord en las solicitudes de divorcio luego de terminado el confinamiento.

Por el contrario, en este tiempo nos damos cuenta que de nada valen las posesiones materiales y podemos concentrar nuestro tiempo y atención en lo que importa, la familia. Debemos llenarnos de amor para dar y recibir.

Esta situación que estamos atravesando nunca se nos va a olvidar. Cuando haya pasado el tiempo, tendremos grandes historias para contar. Nuestros hijos tampoco lo van a olvidar. Ellos han tenido que cambiar sus rutinas y adaptarse sin chistar a una situación poco común, pero de los padres depende que este tiempo sea de bendición o de maldición para ellos.

Muchos niños están sufriendo este tiempo en casa y no solamente por las condiciones de vida, sino por el maltrato. El ICBF reportó que durante las tres primeras semanas de confinamiento en Colombia se presentaron 1.250 casos de restitución de derechos a niños vulnerados en sus hogares.

Los padres se ponen impacientes, se desesperan. Descargan la ansiedad y frustración que sienten en sus hijos y se les va la mano en la disciplina. No es tiempo para eso, sino para moderarse, para vivir en constante intimidad con Dios y saber refrenar nuestra respuesta.

Es tiempo de divertirse en familia. De agendar un espacio para compartir juntos.  De armar campamentos en la sala, picnic en la alcoba, de cocinar juntos, de ensuciarse… de bajarle las expectativas a lo que se va a lograr y abrazarnos en amor. Disfruta de tu familia, aunque en muchos casos sea a través de una pantalla.

Esta es nuestra oportunidad de cambiar el mundo a través de nuestras familias, de lo que sembramos en el corazón de nuestros hijos. “Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”. Deuteronomio 6: 6-7.

Enfócaque en acercarte a Jesús y que tu familia también lo haga, para que puedan disfrutar juntos la eternidad a Su lado. “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos”. Hechos 16:31.

  • Dependemos de Dios

En medio de esta crisis que también tocó el área económica, Hechos&Crónicas conoció el caso de una mujer que aprendió a depender de Dios. “Mi nombre es Patricia y trabajo como productora de eventos masivos. Cuando inició la contingencia del COVID-19, lo primero que el presidente Duque canceló en Colombia fueron precisamente los eventos masivos. Mi esposo y yo comenzamos el negocio hace unos dos años, pero hace seis meses nos enfocamos de lleno en esto y por eso ya no teníamos otros ingresos. Yo escuché la noticia en la noche y no pude dormir. Estuve estresada, angustiada… ¿de qué íbamos a comer y a vivir en mi casa?

Pero la mañana siguiente, todo cambió. La Palabra en mi devocional fue Isaías 41:13: “Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré”. Para mí fue como escuchar a Dios, que tantas veces en Su Palabra nos repite que nos enfoquemos en las cosas de arriba, que Él se encargará de suplir nuestras necesidades. Así que nos enfocamos en seguir creciendo espiritualmente, conociéndolo, aprendiendo de Él y sirviendo a otros en la medida de lo posible. Diezmamos con los últimos ingresos que teníamos, con una voz en la cabeza que nos decía… si no diezmamos esta vez, Dios va a entender. Pero sabía que esa voz no venía de Dios, así que entregamos íntegro el diezmo y hoy, después de casi 40 días puedo decir con certeza que Dios es quien nos sostiene. Mi familia y yo estamos en paz, sin ingresos, pero hemos visto cómo Dios se las ingenia para darnos la provisión. Así como hizo caer maná del cielo una vez, nos sostendrá mientras dure la emergencia”, cuenta Patricia Tovar a H&C.

La provisión de Dios nunca falla, una razón más para estar agradecidos.

  • Dios es nuestra fortaleza

Todo parece color de rosa, cualquier situación parece soportable hasta que la enfermedad toca nuestra puerta. No es fácil mantenerse en pie cuando un ser querido (o nosotros mismos) recibe la noticia de estar contagiado o de alguna otra enfermedad grave. Lo primero que viene a nuestra cabeza es temor a la muerte, dolor y tristeza. ¿De dónde podremos sacar fuerzas?

“Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen las aguas, y ante su furia retiemblen los montes”. Salmos 46:1-3.

A veces experimentamos momentos de angustia. Es más que natural, pues estamos en un mundo caído, pero como dijo el paciente Job “Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos recibir también lo malo?” Job 2:10.

Dios a veces permite que atravesemos situaciones difíciles, pero no es para nuestro mal, sino que en todo tiene un propósito y por eso nuestra confianza en Él jamás debe tambalear. Él nos consuela en nuestro dolor y nos envía ante otros para que seamos de consuelo también. “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido”. Salmo 34:18. Este es un gran motivo para estar agradecidos. 

Por eso nuestra voz debe servir para dar aliento a otros, en momentos en que el mundo entero está sufriendo, hemos sido escogidos por Dios para transformar nuestro temor y tristeza en palabra de aliento para quienes necesita de Su amor.

El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor     y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria. Isaías 61: 1-3.

Foto: Lesly Juarez – Unsplash

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