Papá recargado

por Revista Hechos&Crónicas

Es común escuchar a las mujeres hablar sobre lo difícil que es ser mamá, pero ser papá tampoco es tarea fácil. Hoy el mundo nos presenta papás más comprometidos con sus hijos, pero completamente agotados que con gritos silenciosos dicen: ¡mamá, necesito ayuda!

Imagínense esta escena… Mamá se levanta cada mañana, prepara a los niños para el colegio, desayuno, loncheras, corran, llegó la ruta, hay que llevar a la niña al jardín, etc. Corre al trabajo, enfrenta  mil desafíos y cuando es hora de salir, corre de nuevo, recoge al uno, espera al otro, prepara onces, ayuda a hacer tareas, recoge el desorden, alista la casa para la llegada del esposo, los niños gritan, juegan, pelean, hay que hacer comida, lavar ropa, etc… “¡Ya no puedo más!

Necesito que llegue el papá para que me ayude con estos niños o me voy a enloquecer. No puedo con todo”.  ¿Le suena familiar? Es una escena más bien típica en un hogar promedio, pero como toda moneda tiene dos caras, le contamos el otro lado:

“Mi nombre es Alexander, tengo 39 años. Soy esposo y además soy papá de dos hijos de seis y dos años. El hecho de “ayudar” al cuidado de los hijos es para nosotros los papás algo positivo porque sabemos que interactuamos más con ellos, estamos más tiempo y de pronto a nosotros en nuestra niñez nos hubiera gustado disfrutar más, no solamente con nuestra mamá, sino con nuestro papá. Pero por otro lado, las actividades se han incrementado también para nosotros, porque no solamente tenemos que trabajar duro durante una jornada larga, sino que además tenemos que llegar a la casa y hacernos cargo de nuestros hijos. Esto hace que demos todo físicamente y al final del día estemos agotados. Entre más aportamos, más se nos exige en la casa. A veces no es suficiente con las actividades de cambiar pañales, etc. Sino que a medida que más hacemos, más se nos exige. Creo que es un sentir común con los otros papás y hace que al final del día estemos muertos y no queramos nada más que dormir”.

Es un grito desesperado. Es una llamada de atención. Las mamás salimos del hogar y sea por gusto o por necesidad, hemos conseguido un lugar en el mercado laboral. Con eso y con todas las cargas de ser mamá, esposa, trabajadora y todos los demás roles que tenemos, hemos apelado a la ayuda de nuestros esposos, pero a algunas se nos ha ido la mano.

“Yo le entrego a mi hija tan pronto cruza la puerta. ¿Qué tal? Es el único tiempo que tengo para mí. Él es el papá y no la ve en todo el día, yo necesito que me ayude”. Escuché a una amiga hace poco y la verdad me sentí bastante mal por el esposo. No me atreví a cuestionarla porque al analizar la situación sentí que sin necesidad de decirlo, yo estaba haciendo lo mismo con mi esposo.

No me malentiendan. No es que quiera volver a las épocas antiguas en las que las mujeres eran casi esclavas de sus maridos y ellos se sentaban a rascarse la panza mientras las esposas se desvivían por atenderlos. La sociedad actual nos obliga a tener un equilibrio en los quehaceres del hogar y en la crianza de los hijos, pero no podemos olvidar los roles de cada uno, pues saltarlos solamente nos lleva a que uno de los dos (o ambos) termine sobrecargado.

Un asunto compartido

Así como la procreación, la crianza de los hijos es un asunto compartido. Por años se ha dicho que los hijos son de la mamá y ella es quien debe encargarse de todo. Esto no es del todo cierto. Los hijos se fortalecen al encontrar unidad en sus padres.

“En algunas ocasiones, ponerse de acuerdo es extremadamente difícil, pero los hijos saben cuándo dividir y por pequeños que sean, logran manipular las decisiones de sus padres si no ven unidad o firmeza. Por eso es tan importante tener conversaciones de adultos en las que se llegue a un consenso antes de transmitir la respuesta a los hijos”, asegura la psicóloga Diana Hernández para Hechos&Crónicas.

Además, un hombre no es menos varonil por cumplir las responsabilidades con sus hijos. Cambiar un pañal, jugar a las muñecas, ayudar con las tareas o leer un cuento, son actividades necesarias que los hijos recuerden o no, dejarán huella en sus corazones. Si al igual que las tareas del hogar, los cónyuges comparten todo lo referente a la crianza de los hijos, no solamente facilitarán sus vidas sino que formarán hijos más seguros y con una autoestima mucho más sana.

Para la psicóloga, la respuesta está en hablar, en saber pedir ayuda. “si uno de los padres se siente agotado, algo está pasando. Es importante que ambos identifiquen  lo que ocurre y de forma responsable y sin recriminaciones puedan hablar de lo que los está llevando a estar sobrecargados.

Criar a los hijos no puede convertirse  en una carga y ambos deben comprenderse y no caer en una competencia de quién está más ocupado o cansado”.

El bloggero Rafael Rojas, quien se ha hecho conocido por su página “Descubriendo a papi”, cuenta su experiencia sobre el tema: “Me convertí en papá primerizo a los 40 años de edad y día a día estoy aprendiendo a ser papi de una hermosa niña llamada Romina. Entré al mundo del “blogging” para compartir las experiencias y momentos por los que paso en este nuevo estilo de vida: la paternidad. He recibido comentarios machistas y groseros de otros hombres, pero al mismo tiempo, he visto que son muchísimos más los papás que están involucrados en la vida de sus hijos. Y por eso les digo a todos ellos: papás, no están solos.

El ser papá no solo involucra el hecho de haber participado en la concepción de mi hija, sino también el ser parte activa en su vida y responsable de su cuidado, educación y formación. Esto es un trabajo en equipo el cual hacemos mi esposa y yo, y como padres de familia hacemos todo lo necesario para el bienestar de la nena. Por eso siempre trato de hacer saber que estoy siendo un papá involucrado en la crianza de mi hija, y no es porque esté ayudando a mi esposa; sino porque es mi papel como papá. La responsabilidad de educar y cuidar a los hijos es de mamá y papá… juntos”.

Esposa: ¡ten consideración con tu esposo! Piensa que si tú estás agotada, ¡él también! Y necesita un descanso. No se entreguen cargas que no pueden llevar. Ténganse mutua consideración para que juntos puedan cumplir esa hermosa labor de sacar adelante a sus hijos. Recuerden las normas para la familia cristiana: Esposas, sométanse a sus esposos, como conviene en el Señor. Esposos, amen a sus esposas y no sean duros con ellas. Hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen. Colosenses 3:18-21.

Por: María Isabel Jaramillo – @MaiaJaramillo

Foto: 123RF

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