Egoísmo que mata…hasta el amor

por Revista Hechos&Crónicas

Desde que Dios creó a Eva para acompañar a Adán, el egoísmo ha hecho de las suyas. ¿Por qué somos tan egoístas? ¿Por qué queremos más cuando tenemos lo suficiente? ¿Por qué perdemos lo que más amamos por egoísmo? Martin Luther King tenía razón con esta frase: “todo hombre debe decidir si va a caminar en la luz del altruismo creativo o en la oscuridad del egoísmo destructivo”.

Perfil del egoísta

Ignora por completo a las personas que no están de acuerdo con él

No escucha al otro, demuestra una actitud inmadura. Pasa por alto las opiniones de los demás y solo quiere hacer lo que considera.

Critica con frecuencia a espaldas del otro

Hacer críticas constructivas está bien, pero hacerlo a espaldas del otro es un acto de mala fe. El egoísta es mal intencionado, siempre quiere hacer daño y no le importa hablar de los demás. También es un generador de chismes.

No presta nada

El egoísta es tacaño por naturaleza, considera que todo gasto es excesivo, si algún amigo o familiar quisiera pedir algo prestado, la mayoría de veces se niega. Dicen que no hay mal que dure 100 años, sin embargo, la avaricia se acentúa con la vejez, comportamiento que acrecienta la inseguridad que acompaña a la madurez.

Habla todo el tiempo de tiempo de sus logros

La humildad no va con él. El egoísta se la pasa inflando sus logros, sufre de “yoísmo” crónico: “Yo hice”, “gracias a mí”, “yo fundé”, “es que yo”, “si no hubiera sido por mí”. ¡Claro! Hay personas que han logrado muchas cosas y son exitosas, pero no están alardeando con egoísmo ni narcisismo lo que han hecho.

Muestra su lado vulnerable

Se empecina por demostrar fuerza y dureza. Este tipo de persona no tiene inclinación a ayudar a las demás personas porque creen que van a mostrar flaqueza y debilidad, en conclusión, muestra su lado frágil.

No acepta consejos

Considera que al pedir un consejo, el otro buscará desprestigiarlo. El egoísta tratará de evadir y hacer cambiar de opinión. No considera en ningún momento que tal vez podría estar equivocado.

No sigue reglas

Se salta las normas, no le importan los horarios, su egocentrismo le hace creer que las reglas no están hechas para él. Tiene una actitud desafiante, nadie le puede llamar la atención, es incumplido en sus labores, se cree el “mas”. La realidad es que no es capaz de darse cuenta que los demás lo ven como una personas inmadura con actitudes infantiles.

Hace lo que sea por lograr sus metas

El trabajo en equipo no existe para el egoísta. Su trabajo lo hace por encima, muchas veces es hecho a la carrera, sin embargo cree merecerlo todo. Para los egocéntricos, el éxito es un derecho que tienen porque sí y punto. Ellos quieren sobresalir, brillar, quieren que su egoísmo sea el número uno.

Tiene perfiles falsos

Los egocentristas se escudan en la mentira, falsean sobre su vida, quieren mostrar a los demás que son exitosos. Con su careta tratan casi todo el tiempo de manipular la verdad a su favor y manejar las situaciones a su acomodo.

No se responsabiliza de sus acciones

Gracias su alto nivel de inmadurez, casi nunca toman la responsabilidad de sus acciones, siempre buscan salir airosos de cualquier situación. Hacen lo que sea para salir con la suya y literalmente se hacen los locos.

Mata el amor…

El egoísmo acaba con el afecto, compañerismo y hasta con las relaciones de pareja. El amor se esfuma porque no piensa en el otro. El corazón se endurece por la envidia. Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. Santiago 3:16.

El gran hombre que perdí por mi egoísmo

Hace unos años, a Linda Stewart, consejera y especialista en terapia para matrimonios y familias y a su esposo Carlos Rey, quien es presidente de la Asociación Hermano Pablo, les llegó una de tantas cartas, escrita por una de sus oyentes:

«Me casé con quien fue mi novio por casi tres años, profesional, responsable, amoroso, respetuoso…. Nuestro matrimonio cayó en una rutina horrible y sentí que no estaba creciendo personalmente, así que decidí separarme.

Desde entonces, he sido más infeliz. He tenido varias parejas que, lejos de llenar mi corazón, lo han marchitado más. Y ahora solo pienso en el gran hombre que perdí por mi egoísmo, el único que sé que verdaderamente me ha amado…».

Este es el consejo que le dimos:

«Estimada amiga: … Su matrimonio fracasó porque usted estaba concentrada en lo que le fuera de beneficio personal. Usted quería que fuera su esposo quien le hiciera sentir satisfacción. Usted quería que fuera la relación conyugal lo que la ayudara a crecer y a progresar en la vida. Tales deseos egoístas, lejos de enriquecer el matrimonio, lo llevan a la ruina. Cuando un hombre y una mujer se casan, deben hacerlo por el amor que puede darse el uno al otro. Deben amarse a tal grado que su mayor interés es satisfacer a su pareja, siempre dispuestos a poner a un lado sus propias necesidades y deseos.

…No hay ningún hombre que pueda llenar el vacío que usted siente en su ser. Dios ha permitido ese vacío para que reconozca la necesidad de una relación con Él. Todo ser humano nace con ese vacío, y la mayoría se pasa toda la vida tratando de llenarlo con una cosa u otra. Pero nada les da resultado, y se frustran y se desesperan cada vez más. Muchas veces la voz de la conciencia les dice al oído que necesitan a Dios, pero no pueden imaginarse a un Dios que sea personal y que los ame tanto.

Usted puede hablar personalmente con Dios ahora mismo. Pídale que le perdone sus pecados en el nombre de Jesucristo. Pídale que llene el vacío y le dé la paz que su alma necesita. Cuanto más hable con Él, más podrá cultivar una relación con el Dios que la creó y que desea lo mejor para usted. Deje que Dios sea el primero en su vida, no su egoísmo. Él es el único que puede realizar esa tarea.

Foto: 123RF

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